CIVITAS

Paquita y los del barrio

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Desde Veracruz, la pobreza, el trabajo infantil, la desigualdad estructural. Zona de convergencia de las desventajas, donde habla una heroína cuyo deceso subraya la pertinencia del mensaje.

Filosofía popular, la inmediata y útil, del amor y del despecho. Cantó a la “rata de dos patas” sin aludir a ningún político adherente de fuera del obradorismo, al “adefesio mal hecho” sin referencia a algún exmandatario en España o simplemente declaró su “tres veces te engañé”, sin asociación con los votos de clientelas electorales convencionales.

Sus canciones son reflejo del dolor y del color. El remate de los estribillos más audaces y provocativos de Francisca Viveros Barradas: “Me saludas a la tuya”, y la progenitora no es ningún rancho con nombre alusivo a la mujer violentada. Qué complejidad en tan poca sencillez.

Paquita la del Barrio, la cantante oriunda del veracruzano Alto Lucero, fallecida a los 77 años, lega una lección respecto a la pasión y fervor con la cual se defiende lo amado, la vida miscelánea y las tareas asignadas a quienes, pese a todo, sin ninguna transformación, las aceptan.

No se defiende ni se insulta lo que no se siente. “No puedo mentar la madre si me estoy riendo, tengo que sentir lo que digo”, respondió Paquita en una entrevista realizada por Bibiana Belsasso publicada ayer en La Razón.

De ese mismo modo ocurre en la política, el arte de gobernar, gestionar en los límites de la administración y en las orillas de la retórica transformativa. Cambiar la sociedad sin eficacia o sin pasión es tan improbable como Paquita con una audiencia que hable alemán. Una política o político apasionado impacta de manera significativa al barrio y lo respalda; ése es el elemento distintivo de las y los líderes transformadores respecto a los meros administradores.

Sin emoción desbordante no hay territorio. Sin causa no hay destino. El país y la capital nacional tienen a dos mujeres comprometidas y apasionadas con su canto encomendado. En Claudia Sheinbaum y Clara Brugada hay un barrio pendular del escritorio al territorio.

La Presidenta exhibe aquel sentimiento cuando responde con un tajante “es parte de una campañita”, frente al cuestionamiento por la presunta presencia de drones estadounidenses en territorio mexicano en busca de los narcos y laboratorios que en su país no han podido ver.

Brugada empatiza con el dolor de las víctimas cuando, en uno de los territorios más alejados de la Ciudad de México, en San Andrés Mixquic, toma de la mano a la madre de uno de los cinco jóvenes asesinados la semana pasada. Escucha la súplica y actúa.

Desafíos externos e internos. Defensa comunitaria del territorio. La política como seguridad. Se defienden resultados. Se anuncian hoy narcorriesgos. ¿Qué seguridad es preferible: la presumida allá o la de acá? Tal vez, como decía Paquita: “¿me estás oyendo, inútil?”. Y el referido es quien no cumpla lo ofrecido en cualquier lado de la frontera.

@guerrerochipres

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