ENTRE COLEGAS

Ucrania a tres años de la invasión

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Hace tres años, el mundo vio con azoro cómo Rusia cumplía con sus amagos y finalmente emprendía una artera y masiva invasión sobre Ucrania. Al día de hoy, seguimos presenciando un conflicto sorprendente que se libra en territorio europeo. No alcanzaron las durísimas lecciones aprendidas, tanto de los excesos del nazismo y la peor guerra de la historia, como de la crueldad soviética hacia los países que quedaron, durante medio siglo, bajo su influencia.

Al atravesar un nuevo aniversario de la invasión rusa en Ucrania, hay tanto continuidades como novedades coyunturales. La venturosa continuidad es el férreo liderazgo de Volodímir Zelensky, quien ha sabido, a lo largo del ciclo, no sólo sobrevivir e inspirar a sus tropas, sino obtener cuantiosos recursos para su defensa, al mantener de su lado a una amplia coalición de democracias occidentales y organismos internacionales, con Estados Unidos a la cabeza de esos esfuerzos… hasta hace un mes.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sacudido fuertemente el escenario. Zelensky perdió, con el término de la administración Biden, a uno de sus más decididos aliados. La preocupación por el cambio de rumbo de la política exterior de Estados Unidos es un tema central, tanto para Ucrania como para Europa. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la constitución de la OTAN, Estados Unidos se erigió por décadas como el gran socio estratégico de Europa, independientemente del partido que hubiere postulado al presidente en turno. Así, se estableció un efectivo dique de contención ante un eventual avance soviético, y luego ruso, en Europa. Tal fue el pegamento de esa crucial alianza trasatlántica.

Sin embargo, el natural entendimiento que hay entre Putin y Trump pone hoy a Ucrania en una situación aún más desafiante. Es indiscutible que Ucrania —a la que asiste la razón— sigue teniendo un considerable apoyo de la comunidad internacional, pero ciertamente éste se ha mermado. La resolución de Naciones Unidas del pasado lunes, por la que se exigía que Rusia retirara “de inmediato, por completo y sin condiciones” a todas sus fuerzas militares, fue aprobada por 93 votos a favor, 65 abstenciones y 18 en contra, ¡con Estados Unidos votando en contra! Si bien el respaldo sigue siendo mayoritario, destaca la lejanía de aquellos 140 votos que en su momento obtuvo la primera resolución sobre el tema. No cabe duda de que la influencia que ejerce Estados Unidos entre sus más cercanos afines y aliados y el golpe de timón de Trump en política exterior, van generando ajustes en el ámbito internacional.

La reunión la semana pasada en Arabia Saudita, entre delegaciones de Estados Unidos y Rusia, de la que se excluyó a Europa y a Ucrania, encendió todas las alertas en el Viejo Continente. La retórica revisionista, las críticas de Trump contra la legitimidad democrática de Zelensky y las declaraciones de que Estados Unidos debía extraer beneficios “en pago” por los apoyos de Biden dados a Ucrania, fueron un paso más que lo alejó de Kiev y lo acercó a Moscú. Las reacciones de los principales liderazgos europeos no se dejaron esperar: la contundente Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, declaró sin ambages la importancia de invertir en Ucrania como una salvaguarda para evitar guerras futuras, y que lo que se juega en Ucrania es el destino de Europa. Como nación agraviada, no puede y no debe haber una paz si no es justa para Ucrania y sin su involucramiento.

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