ENTRE COLEGAS

Emboscada en la Casa Blanca; respuesta de Europa

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El viernes 28 de febrero de 2025 quedará marcado como una fecha histórica, por malas razones, en Estados Unidos. La emboscada que le tendieron en la Casa Blanca el presidente Donald Trump y su vice, J. D. Vance, al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, generó asombro en el planeta entero. Algo muy notable, yendo más allá de los tradicionales desplantes y bravuconerías a los que nos tiene acostumbrados Trump.

La tropelía fue mayúscula y tiene importantes efectos y lecturas. Ya se sabe que Trump está cada vez más cerca de las posturas y el discurso del sátrapa ruso Vladimir Putin. En su afán de mantener una relación cercana con Rusia y expoliar económicamente a Ucrania, “en pago” por el apoyo otorgado por la administración Biden, Trump mandó prácticamente a la basura muchos de los férreos principios históricos por los que solía guiarse Estados Unidos. En primer lugar, la alianza diplomática y militar transatlántica construida con Europa desde el término de la Segunda Guerra Mundial para asegurar la paz y seguridad en el viejo continente. También se relativizó el principio de que Estados Unidos no se colocaba del lado de un autócrata que invade a una nación democrática.

Con la arrogancia desplegada en la Casa Blanca, Trump validó la invasión más artera que un Estado soberano en Europa haya padecido desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Y, en el colmo del absurdo, señaló a Zelenski como un posible impulsor de una nueva guerra mundial. Nada menos que eso.

Zelenski, héroe de la resistencia ucraniana, ciertamente cayó en la trampa, aunque libró el episodio con dignidad, firmeza y elegancia. Y, desde luego, le sacó provecho al penoso sainete. Como era de esperarse, Europa no se quedó de brazos cruzados y tuvo lugar de inmediato la Cumbre de Londres por la paz en Ucrania, tan pronto como el domingo pasado. Desde luego, resultaba fundamental activar a la Unión Europea y la OTAN —de la que el “vicepresidente de facto”, Elon Musk, pretende que Estados Unidos se retire— para que Europa retome un papel protagónico en la resolución del conflicto. Once líderes de países miembros de la Unión Europea (Alemania, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, República Checa, Rumania y Suecia), así como Canadá y Noruega, acudieron al llamado del primer ministro británico Keir Starmer, convocatoria a la que se sumaron las presidencias de la Comisión y del Consejo Europeo, el secretario general de la OTAN y un ministro de Turquía. Esto es, la plana mayor de Europa más Canadá.

La Cumbre de Londres, más lo que se vaya definiendo mañana en Bruselas, tiene una enorme importancia por los acuerdos adoptados. En primer lugar, la insistencia en la vía diplomática como un mecanismo que a la vez resulte más eficaz en los compromisos europeos para la obtención de la paz, sin romper con Estados Unidos —al que se sigue considerando un actor fundamental— y que, de paso, sirva para sacar a la alianza transatlántica de la crisis en la que se encuentra. Y, como objetivos puntuales, cuatro acciones específicas para la obtención de la paz en Ucrania.

Finalmente, hay que recordar una de las más dolorosas enseñanzas de la historia del siglo XX. Una vez neutralizada la amenaza nazi y lograda la reconversión de Alemania a los valores democráticos, Occidente pagó muy caro el establecimiento de un sistema multinacional, justamente tendiente a contener la voracidad antes soviética y hoy rusa. Que no se olvide la lección.

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