PESOS Y CONTRAPESOS

Agresión arancelaria (2/3)

Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

La agresión arancelaria de Trump puede resultar en uno de seis escenarios.

Vimos, en el anterior Pesos y Contrapesos, que en el primer escenario (el consumidor estadounidense paga un precio mayor por el producto mexicano, absorbiendo el arancel), se genera presión inflacionaria en la economía estadounidense, pero no recesiva en la mexicana. En este escenario se tiene uno de dos posibles males (presión inflacionaria pero no recesiva). De los males el menor. En el segundo (el consumidor estadounidense no paga un precio mayor por el producto mexicano, por lo que no absorbe el arancel), se genera presión inflacionaria en Estados Unidos y recesiva en México. En este escenario se tienen dos de dos posibles males (presión inflacionaria y recesiva). De los males el mayor.

Tercer escenario.

El importador estadounidense, quien paga el arancel, intenta trasladarlo, incrementando el precio del producto mexicano, al consumidor estadounidense (presión inflacionaria).

Si el consumidor estadounidense no está dispuesto a pagar un precio mayor, el importador estadounidense puede, para lo cual debe tener ganancias extraordinarias de las cuales echar mano, absorber el arancel, manteniendo el precio para el consumidor estadounidense, a expensas de sus ganancias extraordinarias, que se reducen (gana menos).

En tal caso el consumidor estadounidense y el productor y exportador mexicano quedan igual. El primero sigue comprando la misma cantidad al mismo precio, y el segundo continúa produciendo y exportando la misma cantidad al mismo precio (no se genera una presión recesiva).

Cuarto escenario.

El importador estadounidense, quien paga el arancel, pretende trasladarlo, aumentando el precio del producto importado, al consumidor estadounidense (presión inflacionaria).

Si el consumidor estadounidense no está dispuesto a pagar el mayor precio, y el importador estadounidense no puede, porque no tiene ganancias extraordinarias de las que echar mano, absorber el arancel, el exportador mexicano, suponiendo que tenga margen de maniobra, para lo cual debe tener ganancias extraordinarias de las que disponer, puede absorber el arancel, reduciendo el precio para el importador estadounidense, quien entonces puede mantener el precio para el consumidor estadounidense. Lo anterior a costa de las ganancias extraordinarias del exportador mexicano (gana menos).

En este caso el consumidor estadounidense y el importador estadounidense quedan igual. El primero sigue comprando la misma cantidad al mismo precio, el segundo continúa importando la misma cantidad al mismo precio, y el productor mexicano sigue exportando la misma cantidad (no se genera presión recesiva), pero ganando menos.

El arancel, de manera artificial, le resta competitividad a los productos mexicanos en los mercados estadounidenses, lo cual puede compensarse si el exportador mexicano es capaz de ofrecerle, al importador estadounidense, a un precio menor que compense el arancel, para lo cual debe tener “tela de donde cortar”, es decir, ganancias extraordinarias, cuya importancia no debe minimizarse, y mucho menos ignorarse (véase: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/mexico-como-vamos/ganancias-razonables).

Continuará.

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