CONTRAQUERENCIA

Guerra arancelaria

Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Tras un intenso fin de semana —con el escandaloso episodio en la Casa Blanca, donde Trump emboscó a su homólogo ucraniano, ante el azoro del mundo entero—, el plazo fatal llegó y el presidente estadounidense echó a andar los aranceles con los que había amenazado un mes atrás, del 25% a las importaciones de México y Canadá, y de un 10% adicional a las de China.

Desde entonces era claro que poco podía cambiar de fondo en las políticas de nuestro país en tan sólo un mes, como para poder evitar la imposición de aranceles. Aun así, nuestro Gobierno desplegó inmediatamente 10 mil elementos adicionales de la Guardia Nacional en la frontera norte para frenar la migración ilegal hacia Estados Unidos y el tráfico de fentanilo —casi nada—. Pero de muy poco sirvió, particularmente, a ojos del magnate, para quien, en realidad, nada de lo que hiciéramos iba a resultar suficiente.

A la tensión comercial y económica recién desatada, en nada abona la fragilidad política derivada de la invasión de Rusia a Ucrania y agravada por la patética intermediación también de Trump, que ha tomado al mundo como su patio trasero y que, como dueño del balón, hace y deshace en función de sus caprichos, con la estabilidad global de por medio.

Y, a pesar de que ya pausó por un mes más la aplicación de aranceles a la importación de autos, ahí no parará el asunto, pues el magnate ya anunció que a inicios del mes próximo iniciará la imposición de aranceles recíprocos, en respuesta al gravamen de otros países a la importación de productos estadounidenses.

Por lo pronto, los efectos de las medidas arancelarias no se hicieron esperar y se ha registrado caos y marcadas caídas en los principales índices de las bolsas internacionales, que para nada han tomado con buenos ojos la guerra comercial desatada, que ya provocó que el gobierno de Canadá respondiera —a su vez— con aranceles del 25% a ciertos productos de Estados Unidos y con el anuncio de incluir —dentro de tres semanas— otros bienes más significativos —como camiones, maquinaria, aluminio y acero—, mismos que se mantendrán en tanto Donald Trump no retire los suyos.

Por lo que respecta a nuestro país, hoy se espera una llamada entre la Presidenta Claudia Sheinbaum y su homólogo estadounidense, para dialogar sobre las medidas impuestas. Asimismo, a reserva de que algo cambie a raíz de la llamada, ha decidido aprovechar el rechazo generalizado a las medidas impuestas para convocar a un evento político masivo en el Zócalo de la Ciudad de México, donde, hasta entonces, anunciará las represalias que adoptará nuestro Gobierno.

Sin embargo, si bien las decisiones de Trump son absurdas e injustificadas por donde se les vea, es erróneo creer que con actos masivos se logrará mostrar el músculo necesario como para hacer recular al magnate. Nuestro Gobierno requerirá —más bien— mucho análisis y técnica —y sólo un poco de diplomacia— para lidiar con la forma de gobernar del presidente norteño por los cuatro años que restan de relación.

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