La amiga estupenda es la primera entrega del ciclo de 4 novelas de Elena Ferrante, que se conoce también como La saga napolitana, publicada en italiano en 2011 y durante los siguientes tres años. Puede verse una serie basada en estas novelas en la plataforma Max.
La historia de Ferrante empieza antes de la Segunda Guerra Mundial y se desarrolla a lo largo de varias décadas. El retrato de las relaciones amorosas es apabullante para las mujeres, sometidas a todo tipo de violencias por parte de los hombres que aparecen en la historia. Los celos de estos hombres son una forma de control para que la mujer decente se conserve decente, gracias a la vigilancia y al encierro al que se le somete.
Resulta difícil de creer que hoy en día, muchos hombres sigan mostrando las mismas conductas posesivas hacia sus parejas. Hombres con educación profesional que, sin embargo, se siguen conduciendo como machos del siglo pasado.

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No se trata de satanizarlos sino de llamar la atención sobre el hecho de que no hayan registrado todos los cambios sociales que reconocieron la igualdad de las mujeres y su derecho a la autonomía. Algunos hombres siguen sin aceptar que una mujer vaya y venga como le dé la gana, se vista como quiera, ejerza su libertad y que nada de eso amenace el amor de la pareja. Estos hombres viven torturados por la inseguridad, comparándose constantemente con otros hombres que suponen mejores de algún modo.
Las raíces de los celos son diversas. Se puede pensar en alguien con una inseguridad básica, que no pudo desarrollar confianza en ser digno de amor por lo que ha de vigilar para no ser traicionado ni abandonado. La paradoja radica en que a mayor vigilancia, crecen las posibilidades de que el agotamiento de la pareja la haga irse de ese “amor” que aprisiona. Amor entre comillas porque casi nunca se trata de que se ame mucho sino de unas ganas incontrolables de controlar y dominar. Estos hombres piensan que la mujer no debe hacer ni salir ni decidir nada sin su consentimiento.
Se ha dicho en libros especializados, que los celos son la enfermedad de la certidumbre y que mientras quien los padece no acepte la incertidumbre inherente a la vida y al amor, no habrá cura posible.
Podemos decir que los celos son una emoción como cualquier otra, pero no es así. Los celos masculinos tienen una historia cultural detrás y están asociados con el dominio. También con la división del mundo entre mujeres decentes e indecentes. También con el miedo a ser humillados, a ser la burla social si la mujer los engaña y pone en duda su virilidad. La intención no es estigmatizar pero sí señalar que los celos deben tratarse de manera profesional porque pueden constituir un infierno para quien los siente y sobre quien los deposita.
Los celos también pueden ser proyectivos. A veces los peores celosos son aquellos que se han relacionado con mujeres casadas o que han sido ellos mismos infieles y por tanto esperan que les hagan lo mismo. Algunos dicen que todos los hombres sólo quieren una cosa de las mujeres. Lo dicen por experiencia propia.
Los celos pueden ser un mecanismo que busca la garantía del amor y una fantasía de seguridad. Los celosos parecen defenderse de la vulnerabilidad que siempre trae consigo el amor. Algunos tienen ganas de fusionarse y de saber todo lo que la pareja hace, siente, piensa. También es como si esperaran cuidados maternos incondicionales de una pareja-madre que siempre esté disponible, localizable, de preferencia encerrada en el hogar para proveerle tranquilidad al celoso que sólo así se siente en paz.
Los tiempos que corren son de vigilancia. Los celulares, que todo ven y escuchan, se convierten en el campo de batalla en el que se libra la confianza. Se vale en esta guerra, violar la intimidad y buscar hasta encontrar algo comprometedor. Ahora las peleas son por los likes en las interacciones virtuales. Quién es ése con el que hablas por las redes sociales, por qué no subes fotos de los dos, a quién miras si no es a mí, son los motivos de sospecha en la actualidad.
Algunas mujeres se someten, se alejan del mundo, se hacen pequeñas para evitar los enojos de la pareja, pero muchas veces terminan por cansarse e irse.
Los hombres que se comparan con otros, que están excesivamente pendientes de los otros hombres que rodean a su pareja, parecen más interesados en ellos que en ellas. Lo dijo Sigmund Freud hace más de 100 años: “A veces detrás de los celos, hay fantasías homosexuales reprimidas”.
En la serie La amiga estupenda, la emoción dominante entre los hombres es la humillación que sienten cuando las mujeres no se comportan como ellos esperan. Si los quieren ayudar, si se arreglan demasiado, si llegan tarde, si no hacen de comer, si no se embarazan rápido después de la boda, todo es motivo de humillación.
Si bien las cosas han cambiado, todavía se ven en el consultorio hombres atormentados por sus celos, que han perdido lo que tanto cuidaban por perseguir, vigilar y ser monstruos de rabia de lo que a veces no queda más remedio que huir.
Celar para someterPor Vale Villa •

