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Historia del nepotismo

Antonio Fernández *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Antonio Fernández *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

El origen de la palabra “nepotismo” se deriva del italiano “nepote”, que significa “sobrino” o “nieto”, y éste se deriva a su vez del latín. La RAE define al nepotismo como “la utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad”.

La práctica del nepotismo se remonta a la Edad Media, y dentro de la Iglesia católica, en la cual los papas y altos clérigos, nombraban a sus parientes, especialmente sobrinos, en cargos eclesiásticos y políticos. Durante los siglos XIV y XV era muy común que los papas nombraran de cardenales a sus sobrinos, lo que les aseguraba el poder familiar dentro del Vaticano, un ejemplo de ello fue el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia), quien le otorgó cargos, poder y riqueza a sus hijos.

A lo largo de la historia, tenemos casos de nepotismo en todos los países, desde el origen de los primeros imperios, hasta en el Estado moderno, tenemos el caso paradigmático en los Estados Unidos, donde el presidente John F. Kennedy, nombró a su hermano Robert fiscal general, a pesar de un claro conflicto de intereses.

En México, desde la época colonial, el poder político y religioso estaba concentrado en manos de los peninsulares (españoles nacidos en España), y en menor medida en los criollos (hijos de españoles nacidos en México). Durante la independencia, los caudillos independentistas, se rodearon de familiares y amigos para extender su ámbito de poder político y económico.

Durante el Porfiriato, el presidente Porfirio Díaz, institucionalizó el nepotismo, como una estrategia para mantener el control en el país, colocando a familiares y amigos en los diferentes cargos, gobernaturas, en la milicia, y favoreciéndolos con los más grandes proyectos económicos, como fueron el desarrollo de los ferrocarriles y la minería. Crearon así una élite económica y política llamada “los científicos”, que fue un grupo cerrado y muy poderoso.

La Revolución mexicana cambió todo, para no cambiar, los nuevos líderes revolucionarios crearon sus propias relaciones de nepotismo, así nació el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1929, donde el Presidente de la República nombraba a su gabinete entre los amigos cercanos, todos pertenecientes a su partido, creándose la llamada “gran familia revolucionaria”.

Durante todo el siglo XX, el PRI gobernó bajo este sistema de nepotismo partidista, donde cada grupo en el poder nombraba a sus amigos en el gabinete, y favorecía a ciertos empresarios en los principales negocios de la época, hasta que en el año 2000, ganó la Presidencia de la República Vicente Fox, representando al Partido Acción Nacional (PAN), quien prometió acabar con las relaciones de poder de 70 años de gobierno del PRI, pero no fue así, pues una vez llegado al poder, generó sus propias relaciones de nepotismo.

El siglo XXI se ha desarrollado con un cambio de poder sexenal, entre los tres principales partidos, PRI, PAN y Morena, que llegó al poder en el 2018, habiendo prometido acabar con la corrupción y el amiguismo, no obstante, también desarrolló un renovado nepotismo, por ello es muy importante la actual reforma con la prohibición de que familiares sean electos para un cargo de elección, situación que ha creado una dura discusión pública, no obstante que es una reforma trascendental, se postergó para que se aplique hasta el 2030.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón