Esta semana fue motivo del escarnio de nuestra comentocracia, el “zocalazo”, cuando la plana mayor de los poderosos políticos del Partido del Estado, le dieron la espalda a la Presidenta Sheinbaum por “andarse tomando la foto”. Casi nadie recuerda para qué era la convocatoria, sino el hecho noticioso que derivó y los cientos de “hipótesis” que han surgido del mismo. En un país, donde la coalición gobernante tiene una enorme concentración de poder, prácticamente sin contrapesos internos al día de hoy, por supuesto que son noticia las aparentes fricciones entre sus élites.
A lo largo de los siglos XIX y XX hemos tenido profundas explicaciones sobre los regímenes que cuentan con una constitución establecida que refleja el espíritu liberal y el Estado de derecho, pero que no son necesariamente democráticos. Regímenes que se encuentran entre el totalitarismo y la democracia, que han surgido en todo el mundo, pero que en Latinoamérica han tenido mayores condiciones para prevalecer.
México, si bien hoy ya no es parte de la democracia liberal, tampoco es un régimen totalitario, pese a que se intentó inculcar en el sexenio pasado una “cartilla moral” en el orden social, y después se intentó establecer una “ideología mexicana¨ a través del “humanismo mexicano”. Sin embargo, hoy el Partido del Estado, si tiene una lucha interna por la reivindicación del liderazgo, cada vez más evidente, que aún no logra definir, si será a través de la Presidencia en turno, de un hombre (encarnado en López Obrador), de la familia de López Obrador, o de una especie de politburó dominante.
Esa disputa marcará el nivel de centralización que tendrá México en los próximos años. Aunado a ello, algo que si se sigue intentando es la “unanimidad” forzada para todos los ciudadanos, establecida en la relación “pueblo/zócalo”, donde “todo el pueblo, apoya”. Pese a lo anterior, la situación acerca de Sheinbaum, es suigeneris, ya que no se le percibe como un liderazgo con vocación antidemocrática, pero creo que comete el hierro de permitir que se siga construyendo el andamiaje autoritario a su alrededor, lo que en el futuro podría permitir el arribo al Ejecutivo de personajes radicales, con una visión represiva.
A través de diversos mecanismos, Morena se hizo del control legislativo, sobrerrepresentando sus votos; hoy seguramente no estamos en aquel régimen híbrido que marcaban los datos de mediciones internacionales en 2023, ya que aunque existía una regresión, en aquel momento aún se percibía un INE independiente y no existía la reforma judicial. Hoy nuestro andamiaje está en otro lado, con un partido guinda convertido en un partido predominante, que no es único. La buena noticia es que hasta ahora no se percibe que se haya formado o se esté formando una policía política; pero no podemos dejar de observar los brotes represivos de orden electoral documentados en 2021 y 2024, provenientes de la delincuencia organizada.
Pese a lo anterior, la Presidenta ha mostrado una vocación democrática, puesto que, pese a que mantiene la narrativa obradorista, ha mostrado vocación de escucha y de menor polarización, ha decidido retomar la lucha frente a la delincuencia, volteó a ver nuevamente al sector de emprendedores e inversión a través de su Plan México, e intentó pasar una reforma para que las familias de las actuales élites no se perpetúen en el poder. El problema es que sin contrapesos, y con el andamiaje actual, México queda a merced de la voluntad del Ejecutivo en turno ¿qué pasará si llega alguien con menos vocación de escucha?

