Este semana se ha hecho un alto para conmemorar el Derecho a la Verdad en relación con violaciones graves de los Derechos Humanos y la Dignidad Humana de las Víctimas. El tema toca las fibras más sensibles de la sociedad porque las desapariciones forzadas constituyen en sí mismo un atentado contra los derechos humanos más elementales del hombre. En México este problema se ha agravado a tal magnitud que las cifras se han tornado no sólo escalofriantes sino incalculables. La desaparición forzada es un delito que pone en jaque la seguridad de la sociedad, porque los pueblos que la padecen no sólo experimentan un temor real por llevar una vida normal sino que, al mismo tiempo, son víctimas de la zozobra. Es un hecho que, ninguna sociedad, la cual vive en medio de la violencia, el narcotráfico, la cuota de piso, feminicidios y desapariciones forzadas, puede vivir, crecer, ni desarrollarse en un ambiente sano y digno en su calidad humana. Este agravio que lacera a la humanidad se dramatiza aún más cuando el legítimo derecho de conocer la verdad, se les niega a los familiares, a quienes la incertidumbre por recibir noticias de sus seres queridos los mantiene en una angustia permanente. El daño emocional que esto causa a nivel personal y colectivo tiene repercusiones graves en todos los niveles, daña la credibilidad del estado, de las instituciones y de la justicia, al mismo tiempo que, contamina y hiere el ambiente social. Lamentablemente, la desaparición de personas, las violaciones de los derechos humanos y la invención de verdades es un delito que se ha padecido en diferentes épocas y en distintos países como lo ocurrido el 24 de marzo de 1980 cuando Monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien había denunciado valientemente las violaciones de los derechos humanos en El Salvador, murió asesinado.
Retomó la memoria de este lamentable acontecimiento la Organización de las Naciones Unidas e instauró el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con violaciones graves de los Derechos Humanos y la Dignidad Humana de las Víctimas: “Al reconocer el valor de los defensores de los derechos humanos en todo el mundo, debemos comprometernos a proteger a quienes buscan la verdad y la justicia y proporcionar a las víctimas recursos eficaces y devolverles su dignidad”, afirmó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres en el marco de esta conmemoración y aún cuando hay esfuerzos importantes para abatir estos problemas, queda mucho por hacer debido a que depende en gran medida de la voluntad de los gobernantes y del compromiso desus instituciones. En este sentido vale la pena recordar que una de las características especiales de las desapariciones forzadas es la negación del gobierno para reconocerlas y que esto, en consecuencia, deja a las víctimas desprotegidas y sin leyes que las amparen, no sin dejar de mencionar que, la no existencia de un reconocimiento de ello, deriva en una acción nula del gobierno para activar los protocolos de atención.
Estas desapariciones sorprenden, por un lado, por el incremento desmedido de las mismas y por el otro, por la falta de atención de los gobiernos quienes en casos graves, las minimizan e incluso las descalifican.
De allí que sea la propia sociedad civil organizada quien haya creado agrupaciones independientes para la búsqueda de sus familiares logrando resolver inclusive más asuntos que aquellos que deberían resolver los gobiernos.