A pesar de que aún luce lejano el verano del 2026, comienzan a oficializarse los nombres de las selecciones que participarán en la Copa del Mundo que se disputará en nuestro país en conjunto con Canadá y Estados Unidos.
Nombres como los de Japón, Nueva Zelanda e Irán ya tienen su presencia asegurada en el próximo mundial. Junto con estas selecciones, y después de una combinación de resultados, la selección campeona del mundo, la Argentina de Lionel Messi, está lista para defender su corona. Poco a poco, se pinta el rostro mundialista.
Bajo este contexto, era muy importante para la Selección Mexicana obtener el reciente título de la Nations League, trofeo que tal vez no hace la vitrina de la Federación Mexicana de Futbol más imponente, pero era un paso importante para cimentar la confianza del grupo y, por supuesto, la de Javier Aguirre. Ahora, ya sin el peso psicológico ni la presión por un eventual fracaso, el cuerpo técnico mexicano puede trabajar en el rendimiento colectivo para que en la próxima Copa Oro tengamos un análisis más positivo, porque dicho torneo será uno de los ensayos finales para el Tricolor.

Rocha Cantú en París
Porque pasión aparte, el equipo de Javier Aguirre aún no transmite una solidez defensiva ni un ataque potente ni contundente. Se nota el compromiso de los jugadores y que están hasta el final con el actual cuerpo técnico. También se empieza a distinguir una estructura del equipo con César Montes y Johan Vázquez en defensa; Edson Álvarez y Romo en la contención y arriba los dos atacantes “europeos”: Santiago Giménez y el Lobo Jiménez. Pero aún hay dudas en cuanto a nombres y a la idea de juego.
El primer título de México en la era de la Nations League se ha construido desde la entrega y algo de fortuna. Ante Canadá no se marcó un penal contra México clarísimo que pudo darle un toque diferente al juego. Además de que se evitó a Estados Unidos en la final, gracias a la mala puntería de nuestros vecinos ante la portería panameña. Y, por supuesto, el penal incomprensible que el defensor panameño le regaló a los nuestros en el ocaso del partido. Los tiempos extra lucían inevitables porque el cuadro mexicano no tenía llegadas claras.
Mientras México ganaba la Nations de Concacaf, en Europa, selecciones como las de Alemania, Francia, Portugal y España se clasificaban a las semifinales de su torneo local. Los enfrentamientos entre estas potencias fueron de otra categoría. Y ayer en Buenos Aires, Argentina le dio un baile monumental a Brasil que no levanta, y la Colombia de James Rodríguez desaprovechó una ventaja de dos goles como local sobre Paraguay, que rescató el empate en el complemento.
No se trata de fomentar pesimismo o bajar a la afición de la nube, que a propósito, fue también de lo mejor en Los Ángeles. Nuevamente parece conectar y confiar ciegamente en el Vasco Aguirre; pero el techo de este equipo aún es muy bajito comparado con otras selecciones que en teoría están en nuestro mismo universo, sin contar a las escuadras inalcanzables. Porque la idea es superar lo hecho en otros mundiales, el sueño es llegar por lo menos a Miami, ciudad en la que el Tricolor jugaría los cuartos de final del evento.

