Los especialistas sostienen que el nuevo desastre está en puerta, cuando el anterior se olvida. Los desastres se construyen, no son naturales. Lo que es natural es el fenómeno, en este caso un sismo de magnitud 7.7 que sacudió Myanmar, arrojando un saldo de más de mil 600 muertos.
Myanmar se encuentra en el continente asiático, colinda con China, Laos, Bután, Bangladesh y Tailandia, y registra más de 50 millones de habitantes. El país atraviesa por una guerra civil que data del siglo pasado, considerada una de las más largas del mundo, protagonizada por su gobierno y distintos grupos armados.
Las labores de rescate continúan a manos de rescatistas provenientes de diferentes naciones. El censo ubica más de 3 mil 500 personas fallecidas, cifra que crece con el paso de las horas, durante las cuales los equipos de rescate incrementan su cobertura.

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Poco se le puede contar a los mexicanos sobre sismos y sus consecuencias. Mi generación creció escuchando aquí y allá aquella frase que dictaba: “no corro, no grito, no empujo”. Tenemos grabados en la mente y en el corazón el dolor provocado —principalmente— por los sismos de 1985 y 2017. No obstante, mucho falta por hacer en materia de prevención en nuestro país.
En el primer trimestre de año que apenas concluye, se registraron más de 8 mil 500 sismos en el territorio nacional. El de mayor magnitud de ellos, se registró el 12 de enero, con epicentro en Michoacán.
La prevención tiene su esencia en cuidar cada una de nuestras decisiones, en la búsqueda de no incrementar el riesgo, mismo que pudiera devenir en un desastre ante la aparición del fenómeno natural, en este caso el sismo.
De igual forma que en Myanmar, en Michoacán, el 19 de septiembre del 2022, un sismo de magnitud 7.7 sacudió nuestro país. Un 7 de septiembre del 2021, con epicentro en Guerrero, un sismo magnitud 7.1 generó consecuencias en dicho estado. El 23 de junio del 2020, Oaxaca fue el epicentro de un movimiento magnitud 7.4. Por último, es imposible dejar fuera de este listado el sismo registrado otro 19 de septiembre, pero del 2017, con una magnitud 7.1, que trajo consigo desastre y muerte.
La sismicidad en nuestro país debe ser un recordatorio siempre presente de la urgente necesidad de fortalecer las labores de prevención. Olvidar el dolor que los efectos de la sismicidad provocan, es tanto como coquetear con ellos. Debemos de alejarnos de las zonas de riesgo, construir previendo el movimiento y educar a nuestros niños acerca de qué hacer antes, durante y después de los sismos. En ese marco, la Coordinación Nacional de Protección Civil ha realizado un esfuerzo importante por institucionalizar los simulacros, que permitan a la población poner en práctica protocolos sumamente valiosos.
Grandes sectores de la población recuerdan de cuando en cuando el peligro que la sismicidad representa. Myanmar nos recuerda la importancia de prevenir, coordinarnos y trabajar unidos en la búsqueda de consolidar un territorio preventivo y resiliente.

