La suspensión inmediata de las importaciones de ganado vacuno, caballos y bisontes vivos desde México hacia Estados Unidos, anunciada por la secretaria de Agricultura estadounidense, Brooke Rollins, representa un golpe severo para el sector agropecuario mexicano y una seria advertencia sobre los riesgos de la falta de cooperación en temas de bioseguridad.
Así que hoy cuando Estados Unidos da un manotazo en la mesa para evitar, dice, que su país se vea afectado, llega a grado máximo de alerta decidiendo cerrar sus puertas al ganado mexicano. Esta medida afecta directamente a productores de los estados fronterizos: Chihuahua, Sonora, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, donde la exportación de ganado vivo representa una actividad económica fundamental, constante, común, parte de una estructura con gran historia y beneficios para sus pueblos y quienes se dedican a ello. Las pérdidas económicas diarias podrían alcanzar entre 10 y 15 millones de dólares, considerando que sólo en 2023 México exportó más de 1 millón de cabezas de ganado bovino en pie a Estados Unidos, con un valor superior a 950 millones de dólares anuales. La imposibilidad de comercializar con ese mercado generará sobreoferta interna, caída de precios y afectaciones especialmente graves para pequeños y medianos ganaderos.
Más allá del impacto económico inmediato, la suspensión refleja un grave deterioro en la relación bilateral en materia agropecuaria. Pese a que hace apenas unos días los secretarios de Agricultura de ambos países habían anunciado un supuesto acuerdo de colaboración para enfrentar la plaga del gusano barrenador, las autoridades mexicanas impusieron tarifas y restricciones a las aeronaves estadounidenses destinadas a realizar operativos de control biológico, bajo argumentos de soberanía y supuesta subordinación. Estas trabas administrativas, percibidas en Estados Unidos como una obstrucción, un rechazo a la cooperación técnica, fueron el detonante para la decisión unilateral de suspender las importaciones como medida de protección a la industria ganadera estadounidense.

¿Y si en la propia 4T frenan la electoral?
La secretaria Rollins recordó que la última invasión de esta plaga en Estados Unidos provocó daños tan severos que la recuperación del sector tardó 30 años, razón por la cual calificó la situación actual como una amenaza inaceptable para la seguridad alimentaria y animal de su país. Aunque la plaga se ha detectado en zonas remotas del sur de México, como Oaxaca y Veracruz, la historia demuestra que su expansión puede ser rápida y devastadora si no se toman medidas conjuntas y eficaces.
Desde el lado mexicano, la reacción oficial fue calificar la medida como unilateral y poco constructiva; sin embargo, el propio secretario Julio Berdegué, en la red social X, reconoció que fue notificado previamente y que la suspensión tendrá una vigencia inicial de 15 días, aunque podría extenderse si no se corrigen las fallas de cooperación. El sector privado, particularmente las asociaciones ganaderas y exportadores, han manifestado su preocupación, enojo y presión hacia el Gobierno federal para destrabar las restricciones impuestas a las operaciones conjuntas con Estados Unidos, conscientes de que la plaga pone en riesgo no sólo las exportaciones, sino la sanidad de todo el hato ganadero nacional. ¿Le está quedando grande el reto a Berdegué?, ya lo veremos, pero tenga la seguridad de que si el tema no avanza con resultado favorable a México, veremos al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, solucionando el tema.
A nivel internacional la propagación de la plaga podría derivar en la pérdida del estatus sanitario de México ante organismos como la Organización Mundial de Sanidad Animal, lo que limitaría el acceso a otros mercados internacionales y afectaría la imagen como proveedor confiable de productos agroalimentarios. Esta situación también eleva el riesgo de que otros países impongan restricciones similares, aislando comercialmente al sector pecuario mexicano. En nuestro país, se presume que se avanza en combatir el problema, pero para que Estados Unidos haya tomado la decisión es que están viendo que posiblemente se les va de las manos a los mexicanos.
En términos económicos, además de la caída de exportaciones y precios, la crisis sanitaria provocará un aumento en los costos de producción, debido a la necesidad de implementar medidas de control local sin el apoyo técnico y logístico que ofrecía el país vecino. La contención del gusano barrenador en campañas pasadas ha implicado inversiones superiores a los 200 millones de dólares anuales en programas de erradicación, una cifra que México tendría que asumir en solitario si la cooperación binacional fracasa, porque esos 200 millones de dólares, se traducen en enormes ganancias económicas y de alimentación para ambas naciones.
Acciones efectivas se esperan de México, y hoy por la mañana seguramente se dirá, que se está trabajando con buenos acuerdos para solucionar el tema, pero ¿por qué no se logró un acuerdo? Contener una plaga que amenaza la sanidad animal regional no es un asunto que sólo puede quedarse en declaraciones en X. Lejos de alimentar discursos de confrontación, esta medida debe ser vista como un llamado urgente a corregir errores, eliminar trabas ideológicas y retomar una cooperación real y pragmática.
La prioridad debe ser proteger la ganadería mexicana y evitar que el costo económico de millones de dólares en la primera semana de suspensión siga aumentando, poniendo en riesgo miles de empleos, la estabilidad de las exportaciones agropecuarias y la salud pública.
Giro árabe. La reunión llevada a cabo entre el diputado federal Eruviel Ávila Villegas y representantes del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), celebrada en la residencia del embajador de Kuwait en México, Salah S. Al-Haddad, refleja una coyuntura estratégica para el fortalecimiento de los vínculos entre México y las economías del Golfo Pérsico. Conformado por países como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Catar y Kuwait, el bloque es un referente energético global que recientemente comenzó a diversificar activamente su presencia en América Latina.
En el caso de Kuwait, destacan las inversiones dirigidas principalmente a sectores clave como infraestructura y energía. La relación bilateral, además, se ha sostenido con dinamismo: el comercio entre ambas naciones crece a una tasa del 28.5 por ciento anual y ya suma 25 acuerdos de cooperación firmados en los últimos años.
Este tipo de acercamientos apuntalan el diálogo político y sin duda abren la puerta a esquemas de colaboración tecnológica, financiera y educativa.

