El Ozempic (semaglutida) es un medicamento originalmente desarrollado para el tratamiento de la diabetes tipo 2, pero en los últimos años se ha vuelto popular por su efecto en la pérdida de peso, especialmente en personas con obesidad.
Los aspectos positivos asociados son mejora de la autoestima y de la confianza intra e interpersonal, mejora en la imagen corporal y en la autoperceción. También menos ansiedad relacionada con la comida, menos apetito, menos antojos, menos culpa asociada a episodios de atracones. Puede observarse más motivación para los hábitos saludables como hacer ejercicio o comer mejor. En la parte negativa, en algunas personas se puede observar dependencia emocional del medicamento, temiendo recuperar el peso si lo dejan. También trastornos de la imagen corporal ya que aunque adelgacen, algunos siguen insatisfechos con su cuerpo o se obsesionan con seguir bajando de peso. Es importante evaluar la presencia de trastornos de la conducta alimentaria antes de prescribirlo. También debe evaluarse su conveniencia en pacientes con trastornos del estado de ánimo. Al suspenderlo, algunas personas experimentan ansiedad al recuperar el apetito, temiendo recuperar el peso perdido.
El cuerpo no es solo biología, también es una representación psíquica llena de significados. Bajar de peso muy rápido puede desestabilizar la imagen corporal que se ha tenido durante años. Puede aparecer una disonancia entre el yo corporal interno y el cuerpo real visible, provocando angustia y hasta rechazo del nuevo cuerpo.

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A veces el sobrepeso han funcionado inconscientemente como una defensa contra el deseo sexual del otro y una forma de ocupar un espacio simbólico cuando hay historia de abandono. Es importante que se elaboren estos conflictos para resolver el sentimiento de desamparo psíquico.
A veces aunque el cuerpo cambie, la representación psíquica sigue sin corresponderse con el yo ideal, que debería ser ligero, delgado, perfecto. El medicamento reduce el apetito y la persona se libera de su obsesión por la comida pero también se pierde una fuente de gozo oral, que ha sido fundamental para el sujeto. Es posible que todo el placer estuviera depositado en la comida, lo que podría generar vacío, angustia o hasta síntomas depresivos si no se encuentra placer en otros ámbitos de la vida.
Existe una ilusión del nuevo yo. Hay algo de mágico que se le confiere a los cambios que produce Ozempic, pero esta identificación con el nuevo yo ideal puede ser frágil, por lo que hacer un trabajo psíquico profundo es importante para sostener la transformación del cuerpo. Habrá que entender qué lugar simbólico ocupan el peso y el cuerpo en la estructura subjetiva de cada persona. Si se produce una pérdida de peso sin explorar estos aspectos, pueden aparecer nuevos síntomas psíquicos que ocupen el lugar de los antiguos. Hay que preguntarse qué ha significado el cuerpo a lo largo de los años, qué estaba comunicándose con el sobrepeso y qué se siente ahora que ese escudo empieza a desaparecer. Recibir atención puede ser agradable pero también incómodo. Hay algo agridulce en sentirse mirado y deseado solo hasta que se consiguió un cuerpo delgado. Ahora que la comida ha ocupado otro lugar, ¿qué nuevos deseos aparecen? ¿qué se pierde además de peso? ¿tal vez rituales, placeres, hábitos, identidades? ¿qué partes del sufrimiento no están relacionadas con el peso? ¿cuál es la expectativa al alcanzar cierto cuerpo?¿cuál es la historia de esa expectativa? ¿qué partes del sufrimiento no están relacionadas con el cuerpo? ¡qué lugar simbólico ocupa el medicamento en la vida? ¿es una solución, una muleta, un secreto, una promesa? ¿dejar el medicamento provoca miedo? ¿qué creencias existen alrededor de lo que pasará si se suspende?.Tantas preguntas y tantos cambios físicos y emocionales, deberían estar bien acompañados por una terapia profesional, por una médica en nutrición y por un endocrinólogo que de seguimiento a los pacientes que hayan decidido tomar Ozempic.
La ilusión del nuevo yoValeria Villa

