PUNTO CIEGO

¿Votar o no votar? Esa no es la pregunta

Daniel Santos Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Daniel Santos Flores. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

Esta colaboración será especial porque romperé con el estilo con el que semanalmente escribo. Y es que la elección para elegir algunos miembros del Poder Judicial Federal será un hecho inédito.

Elegir directamente a los integrantes del Poder Judicial por primera vez mediante el voto popular de las y los ciudadanos rompe con lo establecido. Las dudas, resistencias y campañas de miedo ya están encima, pero también las campañas de apoyo. En esta campaña se ha dado un gran choque de trenes entre los que apoyan la elección, contra los que desean detenerla por medio de publicaciones en la plataforma X, de opiniones en radio, televisión, programas en YouTube, columnas, artículos y haciendo uso de todo tipo de expresiones en donde se puedan expresar.

Eso empantanó la elección, los más osados quisieron echar a andar al gobierno estadounidense en su intento de detenerla, tal vez con la esperanza de que el gobierno del vecino país levantara el teléfono rojo y se comunicara a la oficina de la Presidencia para dar la orden de parar todo, como si ésta se tratase de una oficinilla subordinada. Como ejemplo para ilustrar esto, los opositores se inventaron listas: la de marco, la de las visas canceladas, la de artistas y políticos en el mismo costal, y así un sinnúmero de historias de terror para infundir miedo y evitar de manera burda detenerla. Gracias a esa mugre esparcida, la pregunta que muchos y muchas hoy se hacen es: ¿hay que votar o no en esta elección? Pero tal vez ésa no es la verdadera pregunta. La verdadera sería: ¿por qué no habríamos de hacerlo?

Durante décadas, los ministros y magistrados han sido designados por los poderes políticos y por acuerdos entre élites. A muchos ni siquiera los conocíamos antes de ocupar el cargo. Llegaban por padrinazgos, por favores, por cuotas. Y ahora que se abre la puerta a elegirlos, ¿dudamos?

Sí, el sistema no es perfecto. Hay riesgos. La politización, la exposición, las campañas mal llevadas… todo eso complica el escenario. Pero nada de eso es peor que seguir dejando el Poder Judicial en manos de los mismos que han hecho del derecho un privilegio y de la justicia una mercancía.

Votar es importante porque nos devuelve el derecho a decidir sobre una institución que impacta directamente nuestra vida: el juez que libera a un criminal, el magistrado que protege a corruptos, o la ministra que bloquea reformas urgentes; todos tienen poder. Y hasta ahora, lo han ejercido sin rendirle cuentas a nadie.

Por eso hay que votar. No sólo como un acto democrático, sino como una forma de vigilar, de cuestionar y de exigir. Porque el silencio de las urnas es el permiso que esperan quienes quieren que nada cambie.

Cuando te preguntes qué hacer en esta elección, la respuesta quizá sea: ahora sabré a quién vigilar, a quién exigirle y a quién darle el mandato de hacer justicia con dignidad. Ese poder, por fin, es nuestro.

Reenviado

Con la llegada de este nuevo Poder Judicial, a muchos y a muchas se les acaba la red de encubrimiento, de impunidad y de justicia selectiva que los mantenía en libertad. Por eso tanto ataque, por eso tanto insistir en no votar, por eso tanta oposición. De ese tamaño es el miedo.

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