Hace dos semanas el magisterio de la CNTE se declaró en huelga nacional y con ello un parón de actividades propias de los capitalinos y de quien haya tenido la mala fortuna de visitar la capital del país y tener que cancelar actividades o verse atrapado en el tráfico por los bloqueos.
Los maestros quieren disminuir la edad de jubilación en un año por cada tres para que quede en 56 para las mujeres y 58 para los hombres, con esto la abrogación de la Ley del ISSSTE 2007 y la reforma educativa, el aumento salarial del 100 por ciento, la reinstalación de trabajadores cesados, mayor presupuesto para educación y salud, desaparición de la UMA y el cálculo de pensiones y democracia sindical.
Eso para que lo tenga como contexto, y la cereza en el pastel que agrega el sindicato es que aunque ellos ya esperaban el desacuerdo, querían demostrar a la sociedad civil que hay diálogo y voluntad política por parte de la coordinadora.

Cónclave para el regalo de Alito
Entonces podemos ir la fotografía de Mario Jasso de Cuartoscuro en donde vemos a los maestros de la CNTE bloqueando la circulación de Circuito Interior a la altura de Paseo de la Reforma.

Son poco más de 50 personas las que aparecen en el cuadro de Mario, de los mismos 12,000 que están realizando parón en el Zócalo de la Ciudad. Siendo afectados entre 5 y 8 mil negocios que están en riesgo de quebrar por las pérdidas económicas, sin contemplar el más de 1.2 millones de niños que no tienen clases.
Ellos han rayado “nuestra ciudad” con lo que a ellos les importa. ¿Pero qué les importa? SI uno de ellos está dormido, otro mira su teléfono cómodamente sentado en una silla plegable que le evita sentarse en el suelo y entonces sí generarle mayor incomodidad.
Hay quienes reflexionan, otros conversan y nada, no hacen nada.
Ellos detienen millones de vidas que van a trabajar, que van a consulta médica, que van de emergencia al hospital, que acuden al funeral de quizá su madre, su esposo, sus hijos. Ellos vienen a rayar paredes que no les pertenecen, calles que no son suyas, y vidas que no conocen.
¿A quién le importa lo que estas personas que no quieren trabajar (se ve claramente) afecten a los capitalinos?
¿En dónde están las autoridades para defender nuestras calles, nuestro paso diario, nuestro trabajo, nuestros derechos también de saber lo que nos importa y lo que no?

