Los hechos: el domingo los ciudadanos atestiguamos una desangelada jornada nacional electoral en paz y democracia con un abstencionismo cercano al 87 por ciento.
El voto del 13 por ciento de los cien millones de electores no implica que apoyaron el ejercicio democrático. Pronto podremos saber cuántos de los que fueron lo hicieron para protestar, para repudiar. Serán la minoría de la minoría, sin duda.
Al margen de la realidad, la narrativa oficial no tiene miedo de utilizar piruetas explícitas para establecer, desde la plenitud del poder, que la jornada del pasado domingo y su producto fue “todo un éxito”.

Otra raya de impunidad más al Cuau
La reforma-vendetta que alumbró a esta inédita elección cumplió la primera etapa de su propósito. Construir un Poder Judicial afín a Morena, a la 4T, y convertirse en el brazo justiciero que impida aquellos controles constitucionales adversos a sus convicciones e intereses ideológicos.
Los medios cambian, el objetivo no. Ejercer el poder de la manera más absoluta posible. Adecuar el ejercicio de los encargos a la visión de la clase política sentada en la Silla del Águila. Hoy, el barniz democrático esparcido con la brocha populista del voto popular es la norma.
Bajo el mantra del pueblo no se equivoca. Ojo, solamente el pueblo mexicano no falla, otros sí. Como sea. Con ese paraguas imaginario, el segundo piso de la 4T operó el mandato del primer regente cuatroteísta.
Construyendo a golpe de comparaciones con otras participaciones ciudadanas en, por ejemplo, la consulta popular para la revocación de mandato, o el enjuiciamiento a los expresidentes, pues lo del domingo, con su falta de claridad, pertinencia y alcance, fue “todo un éxito”. Para AMLO. Y para una facción de Morena.
¿Cuál clan del movimiento obtendrá, al final de los engorrosos conteos, más palancas judiciales y menos trabas legales? Tendremos que observar a detalle la integración de cada peldaño del poder republicano remodelado.
Por lo pronto, se trata de imponer la narrativa de “todo un éxito” sin precisar para quién y para qué. Que si los que estaban eran perversos todos, o si los que van a llegar rechinan de limpios, es la mentira base que esa épica necesita y que la mayoría acepta sin chistar.
A un año de la histórica elección presidencial que instaló en Palacio Nacional a la Presidenta Sheinbaum, la oposición política está desfondada, no operan, no movilizan. Y la resistencia ideológica y clasista se regocija en sus conversatorios ante el espejo.
Sucedió con los órganos autónomos, lo mismo con la SCJN y quienes ahí mandaban, la defensa intelectual y pública de su valía para la salud del Estado llegó tarde, en medio de desprestigios bien ganados y mejor explotados por quienes insisten en arreglar la vida popular con base en parroquiales mandamientos.
“¿Todo un éxito?”. Todo depende de quien pregunte y, sobre todo, de cuántos opten por responder y cuantos por ignorar y mirar pasar.

