Hablar o escribir conlleva la necesidad de tomar conciencia de las palabras, asumir la relevancia que tienen los dichos, los gestos, que muestran el valor y sentido del discurso, que posicionan a un actor político.
La voz popular expresa lecciones: “el pez por la boca muere”, o sé es amo del silencio y esclavo de sus palabras, o sé es responsable de lo que afirmas y no de lo que los demás interpretan.
En este sentido, cobran importancia los discursos de odio en las redadas emprendidas por el Gobierno de EU, en contra de los migrantes, de los mexicanos, que han generado movilizaciones en las principales ciudades de EU. Algunas han tenido momentos de confrontación, violencia y tensión, lo que ha llevado al Gobierno de Trump a utilizar la Guardia Nacional e incluso a movilizar marines, con el fin de mantener el orden local; los gobiernos locales, abiertamente el estatal de California, no aceptan la intervención gubernamental federal excesiva.
En algunos ámbitos, existen valores que permean lo que se dice, hace o piensa un actor determinado; como ocurre con la verdad y la objetividad en el campo científico o académico, o con la ambigüedad y confusión que provocan algunos discursos políticos.
El ambiente es complejo de EU con México, por los aranceles, migración y la inseguridad, se suman la quita de visa a algunos personajes y uncionarios mexicanos, así como los señalamientos de vínculos de la clase política con la delincuencia organizada, que ha provocado mayor presión y confusión sobre las futuras negociaciones con el T-MEC.
Las palabras encuentran su peso y significado en el discurso que se expresa. En el contexto en que aparece una idea. El análisis del discurso pondera las palabras y mide sus alcances y límites, sus impactos y consecuencias. En las batallas políticas, los discursos son instrumentos de ataque o defensa. Distinguen al amigo o el enemigo.
El peso de las palabras se muestra ampliamente en el señalamiento acusatorio de la secretaria Kristi Noem contra la Presidenta Sheinbaum, al acusarla de incitación a la violencia de los migrantes mexicanos, lo cual fue negado por la mandataria mexicana, considerándolo como un falso malentendido, que ha dado un buen pretexto a EU, desplazando el lenguaje diplomático por la confrontación.
Este malentendido lingüístico-político, colocó a la Presidenta Sheinbaum como un actor negativo y adverso para la seguridad interior de EU; estableció una posición endeble, ante un posible encuentro Sheinbaum-Trump, en la Reunión del G7. Ojalá no haya una mayor escalada contra su persona e investidura.
Existen códigos abiertos en la comunicación política que guían estratégicamente ciertas conductas. Un circuito que inicia con el respeto al otro y avanza a la confianza recíproca, desarrolla el diálogo, que conduce a los acuerdos y con lleva a la construcción de proyectos y, finalmente, a su materialización con la acción común. Cuando ocurre lo contrario, estamos inmersos en un terreno inhóspito.
El gobierno mexicano mantiene la defensa de los migrantes mexicanos, con prudencia e inteligencia diplomática, evitando la rijosidad y malentendidos, con un discurso acorde con el derecho internacional, con visión de Estado y dignidad republicana, una narrativa en favor del interés, desarrollo y seguridad mexicanos.