Imaginemos la siguiente historia. Fulano y Zutano pelearon sin cesar durante toda su vida. No había manera de que la guerra entre ambos cesara. Ninguno aceptaba rendirse. Los daños ocasionados por su enemistad no sólo los perjudicaron a ellos, sino que afectaron la vida de todos los vecinos del pueblo. Así pasaron los años, hasta que Fulano y Zutano murieron con pocos días de diferencia. Entonces, terminó la guerra. Ahora sus tumbas están a pocos metros una de la otra en el cementerio de la localidad. Por fin se hizo la paz, la paz de los sepulcros.
Otra versión de la historia: Fulano asesina a Zutano y triunfa en su guerra personal. Como Fulano es muy poderoso, nadie se atreve a llamarlo a la justicia por su crimen. Sin embargo, la paz vuelve al pueblo. La gente puede salir a la calle sin temor a que las balas crucen de un lado a otro. Como Fulano fue el vencedor, todos lo saludan con respeto. Se logró lo paz y eso es lo que a los demás les importa, aunque sea la paz de un sepulcro.
Imaginemos otra versión menos cruda de la guerra entre Fulano y Zutano. Fulano ordena a sus guardaespaldas que le den una paliza a Zutano. No lo matan, pero lo hieren de gravedad. Fulano le envía el siguiente mensaje a Zutano: “Si no buscas venganza, tendremos paz, pero si intentas algo contra mí, entonces no tendré compasión y te enviaré a la tumba”. Zutano acepta las condiciones impuestas por Fulano. Si bien no se logra la paz de los sepulcros, la paz alcanzada es casi tan buena como aquélla. A decir verdad, es una paz inspirada en aquella paz sepulcral y eso la hace tan confiable. Zutano se ha rendido para siempre, ya no será una amenaza para Fulano. Ahora el pueblo podrá vivir en paz. Como Fulano fue el vencedor, todos lo saludan con respeto. Cuando se encuentran con el pobre Zutano por la calle, que tiene que usar muletas para poder caminar con muchas dificultades, los habitantes del pueblo lo ignoran, hacen como si no estuviera presente.
Ahora contemplemos una última versión de la historia. Fulano le manda un mensaje a Zutano en el que le advierte que, si no se rinde, si no acepta todas y cada una de sus condiciones, lo mandará a descansar para siempre en un sepulcro. Zutano hace un examen objetivo de la situación y se da cuenta de que no puede hacer nada para impedir que las amenazas de Fulano se lleven a cabo. Entonces se rinde. En el pueblo todos aplauden. Se ha alcanzado la paz tan deseada. Como Fulano fue el vencedor, todos lo saludan con respeto. No se derramó una gota de sangre. ¡Qué hermoso es vivir en paz!