ACORDES INTERNACIONALES

La victoria es otra cosa: sobre disputas, justicia y las formas invisibles de perder

Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

¿Cómo saber quién gana en una discusión? ¿En una querella judicial? ¿En una guerra?

No siempre gana quien dispara más, ni quien firma un tratado, ni quien declara la victoria en cadena nacional. Tampoco ganan quienes dictan sentencias, ni quien dice la última palabra en un enfrentamiento verbal.

En las guerras más visibles —las de balas, mapas y tratados—, el triunfo parece medirse en territorio conquistado, vidas perdidas o banderas ondeadas. Pero hay otras guerras, más sutiles, que se libran en el lenguaje, en la memoria, en los cuerpos. ¿Quién gana una guerra cuando el enemigo es la impunidad o el olvido?

Apenas ayer, tras doce vertiginosos días, el presidente Trump ordenó un alto a las hostilidades entre Israel e Irán. De inmediato, ambas partes se declararon vencedoras en un conflicto que despertó el temor de una tercera guerra mundial y la amenaza del uso de armas nucleares. Sí, hay que escribirlo: muchas personas sintieron escalofríos que sólo conocían por el relato de sus abuelos.

Un indicador importante podrían ser las pérdidas y lo que éstas significan para los involucrados. Así, ganar una querella judicial implicaría, por ejemplo, evitar pérdidas económicas derivadas de los costos procesales. En el caso de la guerra de los doce días, Irán perdió todo su arsenal nuclear, a todos los altos mandos del gobierno y su fuerza aérea.

Israel, por su parte, señaló que su principal pérdida fue la humana: 28 personas fallecidas y 3,238 heridas —23 de ellas en estado crítico, 111 en condición moderada y el resto con lesiones menores—.

La oficina del primer ministro, Benjamín Netanyahu, declaró que se cumplieron todos los objetivos de la guerra, mientras que Teherán prometió restaurar su programa nuclear.

El desempeño militar también fue distinto: el ataque israelí fue preciso y se dirigió a instalaciones nucleares, procurando en todo momento salvaguardar la vida de la población civil iraní. La contraparte, en cambio, atacó despiadadamente ciudades y civiles.

¿Con estos datos... quién ganó?

Lo primero que hay que decir es que, en los enfrentamientos consistentes —querellas, disputas o guerras—, nadie gana. La lógica de la destrucción sólo seduce a quienes confunden poder con victoria, y dominación con justicia.

Pero si hay algo que se parece a ganar, no suele encontrarse en los comunicados oficiales, ni en las sentencias, ni en los tratados.

A veces gana quien sobrevive. A veces, quien recuerda. Otras veces, gana quien se niega a repetir la violencia, quien encuentra sentido en medio del daño. Gana quien sonríe y deja atrás el conflicto; triunfa quien se fortalece tras los enfrentamientos.

La victoria no se mide en relatos amañados ni en marrullerías. Tampoco en palabrerías huecas dichas por almas vacías con vidas rotas. No.

La victoria es vida, es crecimiento, es expansión. La victoria es otra cosa…

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