Hay batallas contra el tiempo. Una de ellas es la que está dando Lorenzo Córdova ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La Segunda Sala discutió la pertinencia de otorgar un amparo al expresidente del INE, para que su nombre sea excluido del libro Proyectos comunitarios de sexto grado, 2023-2024, donde se le coloca al nivel de genocidios en Armenia, Uganda e inclusive de la barbarie nazi.
La votación quedó empatada, ya que por amparar a Córdova se pronunciaron el ponente, Javier Laynez y su colega Alberto Pérez Dayán, pero en contra las ministras Lenia Batres y Yasmín Esquivel.
Tendrá que ser llamado un integrante de la Primera Sala para resolver, en definitiva, pero no es seguro que esto suceda.

Góbers felices en el sorteo
De no votarse en las próximas semanas, es probable que los ministros, que estrenarán el cargo en septiembre, consumen la infamia, porque eso es lo que está ocurriendo.
A Córdova se le quiere colocar como ejemplo de la discriminación contra los pueblos originarios, por una conversación privada, que fue grabada bajo espionaje. En los audios se escucha la burla que se hizo de un supuesto líder indígena que pretendió chantajear al INE, abrogándose una representación que nunca tuvo.
Las palabras de Córdova merecieron críticas, y el entonces consejero ofreció las disculpas pertinentes.
De aquello hace una década, pero la inclusión de Córdova, en los libros que reparte gratuitamente la SEP, proviene de una venganza del expresidente López Obrador en su contra.
Para nadie es un secreto la fobia que le tenían, y le tienen, al INE en Palacio Nacional, y de modo particular contra los consejeros que no se dejaron avasallar y defendieron su independencia.
Lo inaudito es que las cosas llegaran al extremo de la estigmatización, y además a contenidos de textos educativos que deberían elaborarse con rigor académico.
Si de historia se trata, deberían incluir el papel central que jugó Córdova para que los indígenas fueran reconocidos, con representación, en el Poder Legislativo.
Se podría añadir el trabajo, sin tacha, que hizo la autoridad electoral respecto a la elección del 2018, donde ganó López Obrador la contienda.
Pocos servidores públicos han tenido un compromiso tan claro con los derechos y su expansión, como el propio Córdova.
La manía que le tienen proviene, en gran medida, de la ignorancia, de tratar de colocar a los consejeros electorales como cuotas del PRI, PAN y PRD, cuando en realidad fungieron como autoridades eficientes y garantes del proceso democrático.
Ojalá los ministros, quienes están por concluir su periodo, se den el tiempo y amparen a Córdova, ya que el asunto trasciende la particularidad y tiene alcances mucho mayores, en lo que respecta a la protección del honor y el control sobre las arbitrariedades.
Sí, lo que vendrá será complejo, y quienes tienen el poder gozan de un amplio margen, pero la Corte, la de ahora, puede hacer valer la legitimidad con que cuenta.

