El trastorno global que se vive en los últimos años, con importantes potencias occidentales como Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, que eventualmente se alinean con políticas proteccionistas o aislacionistas, produce muy diversas respuestas. Una de ellas es la que actualmente encabezan los BRICS, especialmente, bajo los liderazgos de Narendra Modi en la India y Lula da Silva en Brasil.
En los últimos años, los BRICS han anunciado una expansión ambiciosa, cuyos alcances y límites no siempre son plenamente reconocidos en la prensa internacional. Las imágenes de líderes de Bielorrusia, Bolivia, Viet Nam y Cuba, en la reciente cumbre de Río de Janeiro, ha suscitado expectativas descontroladas, que magnifican una esfera pública deseosa de contrapesos o revanchas.
La ampliación de los BRICS sigue un protocolo preciso, que no debería confundirse con un proceso de integración acelerada. Desde hace dos años, los fundadores de los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, decidieron extender membresías plenas a seis países ubicados en Asia, África y el Medio Oriente. Estos son Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Arabia Saudita e Indonesia.
Esos miembros permanentes son los que intervienen con mayor protagonismo en las agendas de colaboración multilateral de largo plazo. Después de esos dos círculos, el de los fundadores y los miembros, se agrega ahora un tercer círculo, el de los países o nuevos estados asociados: Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Nigeria, Malasia, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Viet Nam.
Estos estados asociados sólo asisten a las cumbres, pero carecen de voz y voto en las deliberaciones de acuerdos vinculantes. De hecho, como ha podido verse entre la pasada cumbre de Kazán y la más reciente en Río de Janeiro, el papel de esos países asociados está directamente relacionado con sus respectivas posiciones en el área de influencia de Rusia, China e India. Una condición que podría atribuirse a Bolivia en relación con Brasil, aunque no a Cuba, cuyos vínculos regionales más poderosos siguen siendo con Venezuela.
La negativa del gobierno de Lula da Silva a incluir a Venezuela en la nueva promoción de asociados es una muestra más de la rispidez entre Brasilia y Caracas, que siguió a la inverificable reelección de Nicolás Maduro. En todo caso, los grandes temas propuestos por Lula y Modi para esta cumbre, Inteligencia Artificial, vacunas y medicamentos, cambio climático y transición a energías limpias no figuran entre las prioridades del bloque bolivariano.
En el telón de fondo de esta cumbre ampliada de los BRICS están, desde luego, los aranceles de Donald Trump, frente a los que esas potencias tienen muy poco que hacer en conjunto, y las guerras simultáneas en Ucrania y el Medio Oriente. La presencia de Rusia y la inclusión de Irán imprimen un sesgo geopolítico claro a ese foro, aunque India se posicione de un modo heterodoxo ante ambos conflictos.