Ha muerto el senador Miguel Uribe Turbay, candidato a la presidencia de Colombia, luego del atentado en su contra durante un mitin el pasado junio. El joven candidato era una de las caras más reconocidas de la oposición al gobierno de Petro y, para muchos, representaba la esperanza del cambio y la sangre fresca en la política.
Proveniente del partido liberal, Uribe Turbay se identificaba con la derecha del expresidente Uribe, y subía como la espuma en los sondeos. Hijo de una periodista muerta luego de ser secuestrada por Escobar, apostaba por la protección de las instituciones y era crítico de la “paz total” que pretende Petro y que pocos resultados ha obtenido.
Con la muerte y el apellido de Uribe Turbay, Colombia regresa en el tiempo a épocas de terror en las que el crimen organizado controlaba el destino del país por medio de la violencia. Secuestros, magnicidios, gran inestabilidad y un futuro incierto son las sombras que ahora se ciernen sobre el gobierno de Petro y sobre una población que aún siente en carne propia el dolor de una época que preferiría olvidar. Sin embargo, el olvido sólo trae una falsa sensación de calma cuando la enfermedad yace latente en las venas de un país atenazado por la violencia.

Nuevo Consejo Presidencial
El presidente Petro, exguerrillero y primer presidente de izquierda en Colombia, tendrá que pensar con cautela cómo afrontar el último año de su mandato. Si bien sus políticas han tenido cierto impacto en la reducción de la pobreza, su falta de habilidad para generar consensos y la inestabilidad dentro de su gabinete han opacado su proyecto. Ahora, la bandera de la “paz total” que buscaba para terminar los conflictos armados dentro de su país entra en su etapa de mayor escepticismo al sospecharse que la muerte de Uribe Turbay está ligada a un grupo disidente de las FARC.
Petro tendrá que hacer uso de sus grandes dotes de oratoria para unificar a un país que tiembla ante el recuerdo de la violencia. La inestabilidad política se cernirá sobre la recta final de su mandato y le exigirá dar un extra para conciliar y elevarse como el mandatario que su pueblo necesita. Si, como dijo en su cuenta de X, la vida está por encima de la ideología, buscará asegurar una transición segura, transparente y democrática en el gobierno de Colombia, y no sólo asegurar el destino de su partido.
Colombia sabe que la violencia del crimen organizado no respeta credo ni bandera política. Petro debe comprender que este momento exige de él que se eleve más allá de los intereses de su partido y dé certidumbre y estabilidad a un país que está cansado de llorar con viudas y huérfanos. Esperemos que las fuerzas políticas encuentren en esta tragedia un camino de unión que los lleve verdaderamente a una paz total.

