Aguantar las ocurrencias del poderoso presidente de Estados Unidos, en algo le va a retribuir a Claudia Sheinbaum, la serena mandataria de cabeza fría. Tras la esquizofrénica política comercial de Donald Trump que pone como quita aranceles a regiones y continentes, México sigue aquí, con el mejor acuerdo posible dada la nueva realidad impuesta por Washington.
La perla más reciente trascendió el viernes, una presunta orden firmada en secreto por el inquilino de la Casa Blanca que daría sustento legal a sus militares y burós de inteligencia para atacar blancos terroristas fuera de su territorio, tal como lo ha hecho en el Oriente Medio.
O en Panamá en la víspera de la Noche Buena de 1989 por una “causa justa”, así llamaron a esa operación especial.

Góbers felices en el sorteo
El mismo viernes la Presidenta Sheinbaum desestimó la especie informativa.
Más que cuestionar la veracidad —con Trump uno puede creer todo, o casi todo—, CSP resaltó que nunca los mexicanos veremos soldados gringos en nuestro territorio.
Una narrativa oficial que minimizaba semejante idea cedió ante dos realidades; la primera fue que el eco de esa presunta probabilidad tocó fibras íntimas en el imaginario colectivo.
Los ejes de esas reacciones en prensa y redes, podrían venir de la defensa y apoyo a nuestro Gobierno, o por antagonismo con la 4T, emerger como crítica mordaz y la mira puesta en que la soberanía también se ha pauperizado bajo el régimen de la 4T.
Como haya sido, la idea de ataques con drones o Rambos en nuestro suelo, en contra de nuestros narcos y matarifes, resonó.
Y “no hay bien que por mal no venga”. Ayer la Presidenta Sheinbaum, cómo de que no, recordó la prosa de nuestro Himno Nacional, “si osare un extraño enemigo (o supuesto amigou) profanar con sus plantas, tu suelo, piensa oh Patria querida que el cielo un soldado, en cada hijo y en cada hija te dio”.
Tiempo de Masiosare, universal némesis de nuestra más íntima fobia, la del extranjero, la del de afuera invadiendo, conquistando, mancillando nuestra pureza étnica y cultural.
Con sus renglones torcidos, pero al final, nuestros renglones torcidos a los cuales solaparemos o no, nos corromperán o no, pero ese montón de trapos sucios los lavamos, o no, en casa.
A tres semanas de rendir su primer informe de gobierno, a tres semanas de que la primera Suprema Corte de Justicia de la Nación sea constituida por ministros surgidos de la voluntad del acordeón y del pueblo, poca idea podría reforzar mejor la imagen de una Presidenta garante de ese intangible bien que es nuestra soberana forma de resolver o perpetuar cualquier calamidad.
La realidad se aleja de esas épicas invasoras y defensoras, la vida binacional está repleta a diario de coordinación, de cooperación, de presiones, de pulsos de fuerza entre los intereses de cada país. Así ha sido, así será. Por lo pronto, que la popularidad de plantar cara al poderoso de Washington rinda sus frutos.

