Las lluvias en pleno verano nos han desquiciado a todos los que vivimos en la Ciudad de México. Hemos pasado de lo conflictiva que se vuelve la ciudad con el tráfico a temer salir por la tarde en nuestros autos y quedar varados en cualquier bajo puente por una inundación.
El agua le ha hecho una mala jugada al gobierno evidenciándolos de su nulo trabajo en materia de mantenimiento y en todos los niveles y tipos de transporte se afecta e la gente.
El viernes pasado tuvimos una lluvia tan intensa que llegó hasta los interiores de las dos terminales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, incluidas sus pistas, los puentes a desnivel, colonias enteras y el Metro de la Ciudad.
En el Metro las cosas se complican aún más, se convierte en una especie de parque acuático, pero con agua estancada y vaya usted a saber qué más.
Son los techos que no soportan la presión del agua, son las coladeras que están bloqueadas de tanta basura, es una red hidráulica que no ha recibido mantenimiento por tanto se colapsa.
Pero también somos los mexicanos, los que nos tenemos creatividad para salir de una u otra. Si se trata de salir a la defensiva para enfrentar a algún delincuente que nos quiera quitar el celular y la mochila, escondemos nuestros gadgets en nuestro cuerpo y hasta cargamos un celular viejito y una cartera vacía para mejor entregar eso.
O a la hora de salir en auto y esquivar los baches entre cada cuadra o en las avenidas principales como en una carrera de obstáculos, y después de “librarla” hasta autocelebrar un campeonato imaginario.
Y si se trata de no mojarnos, buscamos cubetas para colocarlas en los pies y caminar por la inundación, como las enfermeras de un IMSS que se publicaron en las redes, o encontramos de gran utilidad al hombre que se le ocurre cargarnos de “caballito” hasta nuestro auto por un “lo que guste cooperar”.
La más reciente fue la de esta semana, donde el agua se estancó en algunas estaciones del Metro y a alguien sumamente creativo decidió utilizar las vallas naranjas como bloques para llegar hasta el otro lado.
Somos mexicanos y siempre nos las ingeniamos. Aquí nadie se moja, aquí nadie se inunda, aquí nadie le batalla.
El problema es cuando aprendemos a resolver y a solucionar lo que no nos corresponde, porque así vamos sobreviviendo de un gobierno a otro, de unos políticos y de otros.
No importan los partidos, no importan las ideologías, el mexicano siempre responde, pero no se vaya con fila finta, porque el mexicano que responde es el que está en las calles, el que sale a trabajar a diario para ganarse un sueldo digno, para sacar adelante a su familia, para llevar a los hijos a la escuela, como la señora que vemos en la foto ayudando a su hija a brincar los bloques naranjas como si fuera un juego, cuando no lo es.
Los simbolismos en la imagen, como el vinil en el piso “Yo sí respeto las instalaciones del metro. Soy incorruptible” y finalizaría con el “NO PASE” de los bloques naranjas.
El mexicano siempre pasa, no se equivoquen.


