26 criminales mexicanos de alto perfil expulsados hacia Estados Unidos por petición de sus fiscales. 26 millones de dólares ofrece el Departamento de Justicia de ese país por información que lleve a la captura de cinco cabecillas del sindicato criminal michoacano, Cárteles Unidos.
Un avión no tripulado estadounidense fue sorprendido sobrevolando Valle de Bravo en labores, dice el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, de vigilancia solicitada por México.
La saga de las potenciales incursiones de fuerzas especiales gringas en territorio nacional, continúa, se retroalimenta.
El presidente Donald Trump abraza con sus declaraciones, los anteriores hechos vinculados y, en apariencia, no relacionados. “México hace lo que le pida”, espetó quien despacha en la Casa Blanca, al presentar programas de salud pública.
En México manda el pueblo, reviró la Presidenta nuestra, Claudia Sheinbaum, desde un acto en Chapultepec. Antes, durante la mañanera, la inquilina de Palacio Nacional sentenció que todas las alertas de viaje a México que Washington hace a sus ciudadanos, nos vienen guangas, porque el turismo de estadounidenses a nuestras playas y pueblos crece sostenidamente.
Hoy, Trump está en otra órbita geopolítica, anda de mediador frente a Vladimir Putin para que le baje a su guerra con Ucrania, de donde el magnate quiere, a cambio de paz, explotar minerales raros, esos nuevos oros multicolores con los cuales la ciencia produce y almacena, básicamente, energía.
Hoy, los mexicanos nos distraemos con la quincena y las cada vez más comunes lluvias atípicas que sacan a flote toneladas de basura de calles y rincones, que el agua se lleva a tapar un drenaje chilango que nunca crece al ritmo que lo hacen las construcciones de enjambres humanos.
Aquéllos que libran con suficiencia los raseros que determina el Inegi como pobreza de algún tipo, los que andan en automóvil propio, ajeno o en prenda de un crédito bancario, deben surcar los ríos de la Ciudad de México entre socavones XXL, como el de la Calzada Ignacio Zaragoza, o severos baches que se multiplican por todos lados mientras el Gobierno capitalino pide que hagamos conciencia que no todos los desperfectos de la infraestructura elemental de la sede mundialista del 2026, son responsabilidad de su administración, que también los cráteres urbanos le tocan a las alcaldías, que por favor diferenciemos que una llanta ponchada o un rin roto tiene paternidad.
Ojalá la señalización de la gran capital nacional se ocupe de poner avisos de que tal bache que no ve por la inundación es culpa de otra autoridad electa.
Así nos vamos al fin de semana, cavilando sobre ¿quién manda aquí? Si Trump, si el pueblo, la 4T y Morena, o como dice el periodista español Javier Moreno en su más reciente libro titulado así, ¿Quién manda aquí?, que no lo hace ninguno de los que se apuntaron en las últimas 24 horas. Mandan la corrupción y la demagogia.
