En poco más de una semana se cumplirán 700 días desde el 7 de octubre de 2023; 700 días que, uno a uno, han sido una tortura interminable para las familias de los 50 secuestrados que aún permanecen en manos de Hamas.
Durante las primeras horas después del ataque, e incluso en las primeras semanas, reinó la incertidumbre absoluta. Muchas familias tardaron meses en confirmar si sus seres queridos habían sido secuestrados. Los padres de Omer Shem Tov, un joven raptado en la fiesta Nova en el sur de Israel, abrieron un grupo en Facebook para que otras familias pudieran compartir los nombres de sus desaparecidos. Así nació el Foro de las Familias de Secuestrados y Desaparecidos, que desde entonces ha liderado la lucha para traerlos de regreso.
En los primeros meses, el Foro concentró sus esfuerzos en la arena internacional: buscó crear conciencia, presionar a países árabes y movilizar a la comunidad internacional. Las familias se reunieron con líderes y parlamentos de Occidente, lograron cobertura en medios internacionales y establecieron su encuentro semanal los sábados frente al Museo de Tel Aviv, en lo que hoy se conoce como la Plaza de los Rehenes. En aquel tiempo, la sociedad israelí, casi en su totalidad, apoyaba la guerra contra Hamas, y el Foro no fue la excepción. La plaza era entonces un espacio de solidaridad, con artistas que cantaban y familias en duelo, más que un lugar de protesta.

Magnicharters, de pena
Así llegó el primer acuerdo de liberación de rehenes, donde decenas de niños y mujeres salieron libres; y así siguieron los meses, hasta que un grupo de familias decidió abandonar la plaza y comenzar un movimiento de protesta directamente contra el gobierno a unas cuadras, en frente del ministerio de seguridad y del cuartel general del ejército. Este grupo, poco a poco, fue escalando sus ataques, y la presión pública contribuyó a un segundo acuerdo de liberación, donde decenas más, ahora también hombres jóvenes, incluido Omer Shem Tov, regresaron a casa.
Sin embargo, desde que Israel violara el segundo acuerdo del cese al fuego, la lucha se tornó mucho más directa. Para el público israelí, y para la mayoría de las familias, quedó claro que Netanyahu no está dispuesto a terminar la guerra, por miedo a perder el poder, incluso si esto significa sacrificar a los rehenes, de los cuales aún sobreviven unos 20.
Hoy el Foro ha transformado su estrategia: de un espacio de apoyo se convirtió en el epicentro de la protesta contra el gobierno. En las últimas semanas, las voces de las familias han resonado con más fuerza desde el escenario principal de la plaza, algunas pidiendo abiertamente un cambio de liderazgo. La lucha por el regreso de los rehenes se ha unificado y se ha multiplicado. En sólo dos semanas, más de un millón de personas han salido dos veces a las calles para exigir un acuerdo que ponga fin a la guerra en Gaza y devuelva a los secuestrados. Un pueblo contra su gobierno.

