DESDE LAS CLOACAS

No me gusta decir se los dije, pero ¡se los dije!

El Duende. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Hace poco más de dos meses, en este mismo espacio, se lo advertí. En mi columna del pasado 16 de junio para esta casa editorial se lo dije: “Noroña es una bomba de tiempo para Morena”, y ya explotó.

Todos lo sabíamos, durante años se vendieron como austeros, pero nunca lo han sido. Apenas se fue su líder y brotó la opulencia, el glamour, los excesos y el dinero.

Resulta que, al expresidente del Senado Gerardo Fernández Noroña, le apareció un inmueble de 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos.

El periodista tapatío Jorge García Orozco fue quién exhibió con esta casa al “compañero” Noroña y eso bastó para que se encendiera por completo.

¡Se calentó como garnacha cuando la avientan al aceite, hasta burbujeaba! ¡Jajajaja!

Con el rostro desencajado y al verse totalmente acorralado, a Noroña no le quedó más que salir a reconocer que sí era el dueño de esa casa y todavía remató diciendo: “No tengo ninguna obligación personal de ser austero”.

¡Toma tomate! Así, tal cual, querido lector, Fernández Noroña era austero porque no tenía con qué darse vida de lujo, o sea no tenía con queso las quesadillas, ¡jajajaja!

Por lo mismo —y como al final acabó reconociendo— él “era franciscano, porque como hijo del pueblo estaba bien fregado”, aseguró a los medios. ¡Hágame el fabrón cavor!

Durante los últimos 7 años, el estandarte de la llamada Cuarta Transformación ha sido: “Primero los pobres”. Se juran austeros, que ellos son pueblo, que no son como los de antes, que viven en la justa medianía, bla, bla, bla.

¡Sí cómo no! Mentiras y más mentiras. Ese discurso del régimen —por cierto, ya bastante desgastado— dista mucho de ser cierto y hoy queda totalmente rebasado ante la realidad.

Fernández Noroña aún no puede explicar cómo es que en 4 años se hizo rico, ya que además de la casa, también tiene camionetas valuadas en más de 2 millones de pesos y viaja en primera clase.

Y es que, simplemente, no salen las cuentas entre el salario que gana (que es público) y lo que dice que tiene.

Su tlatoani, el expresidente López Obrador, se encargó durante todo su sexenio de satanizar todo lo que oliera a lujo, comodidad y riqueza.

Durante su gobierno, la sola aspiración a eso, era duramente criticada, señalada y juzgada.

Pero hoy, como los señalados son ellos, la cosa cambia. Sus dizque principios y ética quedaron en el olvido y, como decía la abuela Dondinéa, aplican la de: “Señor, hágase tu voluntad, pero en los bueyes de mi compadre”, ¡jajajaja!

Después de la aparición de la casa de Noroña, sobrevino el caos. Descalificaciones, mentadas, manotazos, amenazas, empujones, patadas y hasta golpes en el cierre de su gestión como presidente del Senado.

Lo demás, todos lo vimos, y hasta se viralizó en redes sociales. Cuando apenas terminaban de cantar el Himno Nacional, el presidente nacional del PRI, Alejandro Alito Moreno, se hizo de palabras con don Jerry y se enfrascaron en tremendo pleito digno de un pago por evento. Pero esa es otra historia…

¿Hasta cuándo se van a seguir contradiciendo entre lo que dicen y lo que hacen?

¿Cuánto más nos falta conocer de toda esa opulencia y riqueza en la que viven los morenistas?

¿Por qué siguen sin pelar a la Presidenta cuando les dice que el poder debe ejercerse con humildad?

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeeee!!!

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