VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

¿Por qué Trump no puede enterrar el escándalo Epstein?

Gabriel Morales Sod<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Durante la campaña, Trump, de manera un tanto incomprensible, se encargó de difundir teorías, algunas conspirativas y otras probablemente ciertas, sobre la misteriosa muerte de Jeffrey Epstein y la lista secreta de sus “clientes”.

Y digo incomprensible porque basta con una simple búsqueda en Google de “Trump, Epstein” para comprobar que ambos compartieron una larga historia de amistad y fiestas, incluso mucho después de que las cortes en Florida condenaran a Epstein en 2008 por prostitución y por solicitar a una menor para la prostitución. Trump siempre ha estado dispuesto a hacer todo lo posible para ganar, sin detenerse a pensar en las consecuencias.

Los crímenes de Epstein se convirtieron en tema favorito de la derecha trumpista porque confirmaban uno de los argumentos más poderosos del presidente para llegar al poder: en Estados Unidos los poderosos son impunes. Una élite corrupta puede, como en este caso, abusar sexualmente de decenas de mujeres, muchas menores de edad, sin enfrentar consecuencias. La lucha contra esa élite, no sólo demócrata sino también de la vieja guardia republicana, ha sido el arma más fuerte de Trump ante las masas. Además, una parte considerable de la ultraderecha es profundamente antisemita, y el hecho de que Epstein fuera de origen judío, junto con sus vínculos con personalidades judías e israelíes, reforzó las teorías conspirativas sobre una supuesta red judía internacional que domina al mundo.

Es por eso que, a pesar de sus esfuerzos, incluyendo llamados públicos a sus aliados para silenciar el tema, Trump no ha podido detener al golem que él mismo desató. Tras insistir en que existía una lista secreta de Epstein que la administración anterior se negaba a revelar, la fiscal general y el presidente intentaron convencer al público, primero, de que no había tal lista y, después, de que se trataba de una fabricación demócrata. Sin embargo, parece que esa lista —o al menos documentos incriminatorios— sí existen y posiblemente mencionen no sólo al presidente, sino también a varios de sus aliados republicanos. No hace falta ser demasiado conspirativo para afirmar que el caso Epstein revela la podredumbre de parte de la élite política y económica del país, aunque se trata de una plaga que afecta a ambos bandos.

A pesar de que una parte considerable de quienes inicialmente criticaron a Trump dentro de la derecha estadounidense ha cedido a la presión del presidente y dejado de hablar del caso —en particular políticos temerosos de su ira—, algunas voces poderosas, tanto dentro del partido como entre influencers, no han dejado de mencionarlo. Esta semana, varias víctimas advirtieron que, si las listas no se revelan, ellas mismas darán a conocer los nombres de quienes abusaron de ellas. Además, varias encuestas sugieren que este problema está afectando la popularidad de Trump. El presidente llegó al poder proclamándose líder de la lucha contra una élite a la que el mismo pertenece.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón