En los últimos años la democracia mexicana fue retrocediendo hasta caer.
Mucho se ha estudiado el populismo y la puerta autocrática que se abre con él. Es común que se realice un análisis profundo, periodístico y académico, sobre los pasos que siguen los líderes populistas para ir desmontando las democracias.
Sin embargo, cuando el país ha caído en la autocracia, como es el caso de México, cuál es el papel de las fuerzas democráticas frente a estos regímenes, cuáles son las enseñanzas que dejan al mundo para intentar retornar a la democracia.

Góbers felices en el sorteo
Al respecto hay algunas lecciones desde la oposición que organizaciones como The Forge, Red Innovación o Reformas Políticas han enumerado sobre dos autocracias, Hungría y Venezuela, que creo que valen la pena retomar para el caso mexicano.
La batalla cultural es total, no sólo en las instituciones centrales o autónomas, sino en las instituciones culturales, educativas, mediáticas, económicas y cívicas que constituyen a la sociedad en su conjunto. Es importante promover la ciudadanización (lo que se llama escuela de ciudadanía o conciencia cívica) en diversos temas públicos, entre más sean, más específicos y locales, mejor.
El individuo común está inmerso en su cotidianeidad. Es lo más normal que no se encuentra en la dinámica colectiva, hasta que la crisis toca a la puerta de su casa, y el nuevo régimen lo pone en peligro en lo individual. El elector no está preocupado por “salvar la democracia”, está preocupado porque no lo asalten, porque le alcance para llegar a fin de mes, porque no pasó el camión de la basura, etc. y hay que debatir en la cotidianeidad.
El dogma macroeconómico lastima a las fuerzas democráticas frente a los más pobres. Parte importante de esto es que la política sí tiene que rendir cuentas frente a los más desfavorecidos, y vincular sus propuestas a las presiones que enfrentan las personas en su vida diaria, por eso es más relevante escuchar y adaptarse para dar respuesta.
Organización paciente que incorpore a más personas a la vida política. Tanto en Hungría como en Venezuela, las fuerzas democráticas están conscientes de que la lucha es de largo plazo. En México no cayó la democracia súbitamente, fue un largo proceso de muchos años de desafección ciudadana, descontento colectivo, falta de respuestas para llegar a este escenario autocrático.
Inversión en organización fuera de grandes ciudades. En Hungría, Venezuela y México, los gobiernos autocráticos tienen grandes apoyos en pueblos pequeños, zonas rurales y zonas con menos ingresos. En México hay una alta correlación entre los programas sociales, el bajo nivel de ingreso, y bajo nivel educativo con el oficialismo. Las fuerzas democráticas en Hungría y Venezuela han entendido que tienen que dedicar recursos y energía a organizaciones que luchan por problemas locales, a la vez de conectarlos entre sí con distintas comunidades y niveles para lograr grandes movimientos. Por ejemplo, “los comanditos” en Venezuela que pusieron en jaque a Maduro.
Aprovechar al máximo las elecciones. Esto es algo álgido, en Hungría la política de las oposiciones se ha movido a participar en cada contienda, para atraer y movilizar a más personas, ya que los momentos electorales les han permitido mostrar vulnerabilidad gubernamental. En Venezuela, por el contrario, existe un gran debate entre oposiciones, sobre sólo ir a las elecciones generales y dejar de lado las demás elecciones.
A la luz de los resultados, parece que cada elección general la oposición venezolana avanza un paso y en las demás retrocede tres. Me quedo con la experiencia húngara, porque coincide con lo estructural que es “escuela de ciudadanía”, de manera que es más eficiente un ciudadano participante y movilizado.
Unas últimas que observo:
Las definiciones son relevantes. Hablar de autocracia, con un poder cada vez más centralizado, puede generar gran discusión, política, académica y social, ya que, de acuerdo con las encuestas, la gente sí entiende que eligieron un gobierno autoritario, pero hasta hoy no lo ve necesariamente mal, ni ha sentido consecuencias directas.
La ideología importa. Existe mucho debate sobre si el populismo es una ideología, por sus fundamentos sesgados, difusos y en algunos casos torcidos sobre el acontecer histórico, sin embargo, es una ideología que logra movilizar al electorado. Intentarla combatir con mero pragmatismo y a pura frase mercadológica, es poco efectivo y francamente hasta negativo. Las ideologías importan, puesto que son la gasolina que mueve y convence electores.
Apostar al Cambio Social. Después de 7 años de elecciones y casi 10 de caída constante de las fuerzas democráticas, es importante hablar hacia el futuro. A la estructura pasada ya la juzgó el electorado con sus votos.
Éstos son algunos puntos que me parecen interesantes reflexionar para los demócratas mexicanos. Si tienes algunas otras que compartir, escríbeme a contacto@rafaelsolano.com

