PESOS Y CONTRAPESOS

Impuestos y Derechos Humanos (5/5)

Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Recurro, nuevamente, al silogismo. Premisa mayor: robar es obligar a alguien, por la fuerza, bajo amenaza, a entregar algo que es suyo. Premisa menor: cobrar impuestos es obligar a alguien, por la fuerza, bajo amenaza, a entregar algo que es suyo. Conclusión: cobrar impuestos es robar.

Habrá quienes argumenten que, dado que el gobierno debe dar algo a cambio de los impuestos, estos no son un robo, porque quien roba no debe dar algo a cambio de lo robado. ¿Y qué es lo que debe dar a cambio? Lo señalado en más de una ocasión: prohibir y prevenir la violación de derechos, las injusticias, los delitos, y castigar y obligar a resarcir a los delincuentes, los injustos, los violadores. ¿Será?

Supongamos que pasamos frente a una tienda y el dueño, a punta de pistola, nos roba la cartera y, “a cambio”, nos da una bolsa con papas y una lata con refresco. ¿Nos robó o no, sobre todo si, en términos dinerarios, lo que nos da es menos de lo que nos quitó? Te roba la cartera con $2,000 y te da una bolsa con papas y una lata con refresco cuyo precio es, por dar una cantidad, $60.

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Además, hay que tener en cuenta que el gobierno es incapaz, o porque no puede (malo), o porque no quiere (peor), de evitar todas las injusticias (siempre se cometerán, en mayor o menor medida, delitos), y de castigar y obligar a resarcir a todos los injustos (siempre habrá, en menor o mayor grado, impunidad). Lo anterior quiere decir que no a todos les da lo que, “a cambio” del cobro de impuestos, debe darles. Para algunos, pocos (malo) o muchos (peor), el gobierno siempre será un gobierno fallido: les quitó, pero no les dio lo que debía darles. En tal caso, ¿se justifica haberles quitado?

Comparemos las tres posibilidades. (I) Transacción comercial: el vendedor le cobra al comprador, quien paga voluntariamente, y a cambio le entrega la mercancía comprada. Resultado: ambas partes ganan, juego de suma positiva. (II) Robo: el ladrón obliga a la víctima a entregarle su dinero, quien lo entrega en contra de su voluntad, sin recibir nada a cambio. Resultado: el ladrón gana, la víctima pierde, juego de suma cero o, inclusive negativa. (III) Cobro de impuestos: el gobierno obliga al contribuyente a entregarle su dinero, quien lo entrega en contra de su voluntad, debiendo recibir algo a cambio, pero sin que sea estrictamente necesario, porque ningún gobierno es capaz, o porque no puede, o porque no quiere, de cumplir, para todos y todo el tiempo, su tarea esencial: prohibir y evitar todas las injusticias, y castigar y obligar a resarcir a todos los injustos.

¿Qué tiene el cobro de impuestos en común con el robo? Que el ladrón y el gobierno nos obligan, bajo amenaza, por la fuerza, a entregarles lo que es nuestro. ¿Qué los diferencia? Que el ladrón no debe dar nada a cambio y el gobierno sí.

¿Qué tiene el cobro de impuestos en común con la transacción comercial? Que el comerciante y el gobierno deben dar a algo a cambio de lo que cobran. ¿Qué los diferencia? Que el comerciante debe y puede hacerlo en todos casos y que el gobierno debe, pero no puede, hacerlo en todos los casos, gobierno que siempre será, en alguna medida, un gobierno fallido.

No es verdad, como lo dijo ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar, que “el pago de impuestos, en estricto sentido, no es un tema de derechos humanos”. Sí lo es y como tal hay que tratarlo.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón