Es posible que en pocos días comience un proceso histórico que no sólo ponga fin a la guerra en Gaza, sino que también sea el catalizador de la paz entre Israel y Palestina e incluso culmine en el establecimiento de un Estado palestino.
El plan que el presidente Trump presentó la semana pasada, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, contempla 22 pasos para alcanzar este objetivo. Entre ellos: poner fin a la guerra; garantizar la liberación de los rehenes israelíes, la retirada paulatina de las tropas de Israel de Gaza, el desarme y la disolución de Hamas, la salida de sus miembros del territorio, la entrada masiva de ayuda humanitaria y el inicio de la reconstrucción. El plan también garantiza que ningún palestino será expulsado de la franja en contra de su voluntad y prevé la instauración de un gobierno transitorio de expertos internacionales y líderes palestinos locales, como primer paso hacia el restablecimiento de la Autoridad Palestina en Gaza. Además, contempla la presencia de tropas de países árabes que liderarían la formación de una policía local para contener el terrorismo. El éxito de este proceso podría sentar las bases para el reconocimiento de un Estado palestino.
El plan no es innovador; en realidad es casi idéntico al que presentó hace año y medio el presidente Biden. Miles de vidas palestinas, decenas de rehenes israelíes y la devastación de Gaza pudieron haberse evitado si Netanyahu y Hamas hubieran aceptado aquel acuerdo. Lo novedoso, sin embargo, es la maniobra política de Trump y de Occidente para obligar a Netanyahu a aceptar estas condiciones. Primero, Francia, Gran Bretaña y otros líderes occidentales se encargaron de aislarlo diplomáticamente. Después, según reportes de la prensa israelí, Trump le advirtió que quedaría completamente solo si no aceptaba el acuerdo. A regañadientes, y en una conferencia de prensa conjunta en la que prácticamente permaneció en silencio mientras Trump explicaba los términos, Netanyahu terminó cediendo. Este hecho probablemente signifique la ruptura de su coalición y elecciones anticipadas en Israel.

Acuerdo para levantar bloqueos
Sin embargo, en todo pacto hay dos partes, y hasta ahora no sabemos si Hamas aceptará lo propuesto. Para la organización, el acuerdo representa prácticamente una sentencia de muerte —aunque no necesariamente para sus líderes. Si lo rechazan, no obstante, saben que Trump dará carta blanca a Netanyahu para conquistar Gaza.
La presión internacional –diplomática, económica y en las calles del mundo— logró arrinconar al gobierno israelí y forzarlo, al menos de palabra, a aceptar el plan de Trump. Ahora, esa misma presión del mundo árabe y de la comunidad internacional debe intensificarse para obligar a Hamas a ceder. Esto es algo que a los activistas pro palestinos se les pierde de la mira. Sin ella, Hamás no firmará y en lugar de paz, lo que seguirá será más y más guerra.

