Cercanos los 80 años de la Organización de las Naciones Unidas. Lejanos de los nobles fines de una organización multilateral, para mantener la paz, evitar conflictos, aplicar el derecho internacional y promover el desarrollo de las naciones. El multilateralismo está en crisis, como principio y mecanismo fundamental para resolver antagonismos.
La idea multilateral, como fórmula para resolver problemas complejos domésticos e internacionales, donde participan tres o más actores colaborando y buscando objetivos comunes, con acciones coordinadas, aplicando normas, principios y procesos, ha desaparecido. Predominan el unilateralismo o el bilateralismo, como forma más efectiva y rápida, para resolver conflictos. Los actores hegemónicos los usan para defenderse e imponer sus intereses.
La negociación no ha resuelto problemas, crisis y guerras. Lo que ha debilitado a los organismos multilaterales, excluyéndolos del tablero internacional, frente a los actuales y fuertes antagonismos (Guerra de Rusia contra Ucrania; guerra entre Israel y Hamas, en la Franja de Gaza; guerra antinarcoterrorista entre EU y Venezuela y muchos más) provocados por actores políticos que sienten fortaleza en la forma unilateral, cancelando las reglas del derecho internacional, usando la vía del golpe, la amenaza violenta y la intervención militar y, llevado al extremo, la posible escalada a un conflicto mundial, a una III Guerra Mundial, reafirmando lo endeble del multilateralismo.

Acuerdo para levantar bloqueos
El unilateralismo o el bilateralismo ha devenido la imposición del poder de uno con algún aliado, con la fuerza, acciones amenazantes y militares, para lograr sus intereses. Por ejemplo, Putin dice querer la paz, y ataca con un ejército de drones con explosivos a Ucrania, y provoca a otros países. Netanyahu dice buscar la paz y continúa lanzando bombas a Gaza y, Trump se reúne con el Secretario de Guerra y más de 800 mandos y les pide atacar a los cárteles del narcotráfico, considerados grupos armados no adscritos a un Estado usando sus Fuerzas Armadas; los enfrenta como una guerra, así avanza otra etapa más violenta contra Venezuela.
La política internacional está lastimada, las estrategias de seguridad y las políticas de defensa evalúan sus recursos necesarios para la guerra, la intervención abierta conlleva a una derrota de los esfuerzos de paz para resolver controversias, la política se ha vuelto salvaje, personificando a los actores políticos en sujetos alejados de una visión mundial pacífica, de desarrollo y de seguridad global.
Añejas historias de las dos guerras mundiales golpean la capacidad reflexiva y colocan el riesgo y la amenaza de un conflicto mayor, a los regionales ya existentes.
En la dialéctica del poder, la razón, las normas, el respeto, la confianza, el diálogo, los acuerdos han perdido la oportunidad ante las pretensiones hegemónicas en juego. La ley del más fuerte, una ley de la selva, ha llegado como forma para resolver problemas.
La humanidad debe hacer virtud necesaria del multilateralismo, reformularlo y actualizarlo como la instancia para resolver pacíficamente los problemas complejos que los conflictos traen. Recuperar el camino de la seguridad y el desarrollo, con normas e intereses comunes. Hay experiencia exitosa suficiente.

