PESOS Y CONTRAPESOS

Del bienestar

Arturo Damm Arnal. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

En los dos anteriores Pesos y Contrapesos vimos cómo vamos en materia de inversiones directas, que producen bienes y servicios, crean empleos, generan ingresos, empleos e ingresos que son condiciones necesarias para el bienestar de las personas, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen para la satisfacción de sus necesidades.

La mayoría de los cuales hay que comprar, por lo que dicha compra es un buen indicador de dicho bienestar, debiendo distinguir entre comprar (adquirir un bien), y consumir (usarlo para satisfacer una necesidad), habiendo compras que no terminan en consumo (lo que podemos calificar, no de consumismo, sino de compradurismo).

El bienestar depende, no de lo que se tiene (lo que se compra y se guarda), sino de lo que se consume (lo que se usa para satisfacer necesidades), consumo que es imposible medir, por lo que debemos conformarnos con medir las compras de bienes y servicios, algo que sí es posible y que el INEGI realiza mes tras mes, llamándolo, equivocadamente, Indicador del Consumo Privado. Escribo equivocadamente porque, estrictamente hablando, el consumo, que consiste en disponer de los satisfactores para satisfacer las necesidades (beber el vino y comer el pan), no puede medirse, pudiéndose medir únicamente la compra de satisfactores (la adquisición de vino y pan).

Dado que antes de consumir algo hay que comprarlo, la compra de bienes y servicios es un buen indicador del consumo, que a su vez es un buen indicador del bienestar, que es el fin de la economía: que las personas vivan bien, mejor, cada vez mejor. ¿Cómo vamos en esta materia?

Según el Indicador del Consumo Privado, del INEGI, que mide la compra de bienes y servicios de parte de las familias residentes en el país, excluyendo la adquisición de objetos lujosos y bienes inmuebles, en términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, en julio de 2024 dichas compras crecieron 3.2%. Un año después, en julio pasado, decrecieron 0.1%.

Este fue su comportamiento durante los siete primeros meses del año (entre paréntesis pongo, para poder comparar, el dato del año anterior). Enero, menos 0.6% (más 3.1%). Febrero, menos 0.4% (más 5.6%). Marzo, menos 1.2% (más 6.3%). Abril, más 0.7% (más 4.3%). Mayo, menos 0.4% (más 3.6%). Junio, más 1.1% (más 2.4%). Julio, menos 0.1% (más 3.2%). De siete meses en cinco decreció (enero, febrero, marzo, mayo y julio). y solamente en dos creció (abril y junio). En promedio mensual, entre enero y julio del año pasado, la compra de bienes y servicios creció 4.07%. Entre enero y julio pasados decreció 0.13%.

El Indicador Oportuno del Consumo Privado, antes de que contemos con los datos observados, antes de que conozcamos lo que sucedió, estima que en agosto la compra de bienes y servicios pudo haber decrecido 0.7%. Un año antes, en septiembre de 2024, creció 1.4%.

Si el fin de la economía es el bienestar de las personas, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponen para satisfacer sus necesidades, la mayoría de los cuales hay que comprar, el comportamiento, en lo que va del año, de dichas compras es preocupante, sobre todo si tomamos en cuenta que, en términos generales, el bienestar de la mayoría de los mexicanos deja mucho que desear.

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