LAS BATALLAS

Fallida inversión en Michoacán

Francisco Reséndiz. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Hace 11 años Michoacán vivía en la ingobernabilidad. Ante la inacción de autoridades, productores se organizaron para defenderse del crimen organizado que prácticamente había paralizado las cadenas productivas; el gobierno federal inyectó una inversión de 45 mil millones de pesos para “recuperar la paz”, pero… esta semana mataron a Bernardo Bravo.

Bernardo, hijo de don Bernardo, era el líder de la Asociación de Limoneros de Apatzingán, y se había convertido en la voz más poderosa de los productores extorsionados por grupos criminales. Su voz era el referente de las condiciones de violencia e inseguridad que viven los campesinos todos los días en Tierra Caliente.

Bernardo creía firmemente que la paz regresaría al estado, a su región, a su pueblo, a su gente. Su último mensaje fue que no permitirían la entrada de “coyotes” (intermediarios) al tianguis de limón que exigieran un pago por una fruta que no era de ellos. Exigía apoyo y seguridad, créditos para productores. Fue torturado y asesinado de un balazo.

En 2014 pobladores y productores de aguacate y limón padecían el asedio del crimen organizado, hasta ese momento, después de 14 meses de gobierno, el entonces Presidente de la República no había visitado la entidad; las causas -me dijeron entonces- la profunda colusión entre autoridades y grupos criminales.

Desde entonces la situación ha sido insostenible: grupos criminales inundaron con terror a toda la región. Normalizaron el cobro de piso, la extorsión, los secuestros y los asesinatos, y la presión del pago de un “narco impuesto” a cada kilo de producto que salía del campo michoacano para comercializarse.

Pero el hartazgo social ante la indolencia estatal y federal provocó la disrupción de grupos de pobladores que se organizaron en “autodefensas” para enfrentar a los criminales. Surgieron entonces nombres como el de Hipólito Mora, José Manuel Mireles y Juan José Farías “El Abuelo” o “Papá Pitufo”.

Y fue hasta que los ciudadanos se armaron y agarraron a balazos con los criminales que el gobierno federal intervino y lanzó el plan o Estrategia para Michoacán, que buscaba “pacificar” al estado, desarmar a las autodefensas, desarrollar 250 acciones acompañadas de una inversión de 45 mil millones de pesos, creación de pequeñas y medianas empresas, apoyos a la actividad agropecuaria y mejorar infraestructura portuaria, sanitaria y energética.

Además de créditos hipotecarios para 24 mil familias, construcción de nuevas escuelas, 350 mil becas a estudiantes, recuperación de espacios públicos, promoción de actividades culturales y deportivas, apoyos económicos para 115 mil adultos mayores y la incorporación de 26 mil familias al programa, también desaparecido, Oportunidades.

Pero la extorsión y el cobro de piso no se erradicó pese a aquel gasto que prácticamente duplicó el presupuesto de Michoacán para 2014.

Hoy se afirma que al menos cinco grupos criminales operan en la entidad y tienen a los productores de aguacate y limón contra las cuerdas, mientras se disputan entre ellos el control y comercio de producción agropecuaria.

RADAR

SE MUEVEN EN EDOMEX. Desde tierras mexiquenses nos dicen que la incorporación de Luis Montaño al PVEM marca un movimiento importante en el tablero político del Estado de México pues no es una suma más; se trata de un liderazgo con trabajo territorial, con presencia en Atizapán y con una visión técnica que ha sabido conectar con las preocupaciones reales de la gente.

El dirigente estatal del Verde, José Alberto “Pepe” Couttolenc, lo definió con precisión: “Luis representa la suma de capacidad técnica y compromiso social; una visión moderna de servicio público que coincide con los nuevos liderazgos que impulsamos desde el Partido Verde.” La frase deja claro que el Verde busca perfiles con credibilidad y resultados.

Nos comentan que Montaño llega con un discurso de cercanía y gestión. Habla de agua, seguridad, espacios públicos y participación ciudadana. Es un lenguaje distinto al de los políticos tradicionales, más enfocado en resolver que en prometer. Su incorporación al Verde refuerza una tendencia que empieza a verse en varios municipios mexiquenses: los liderazgos locales están reclamando su propio espacio, nos aseguran.

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