Las condiciones generales de una economía, sobre todo si aceptamos que el fin de la misma es el bienestar de las personas, pueden medirse, por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, y por el comportamiento del índice nacional de precios al consumidor.
Lo primero, el comportamiento de la producción de satisfactores, está relacionado con la creación de empleos (para producir alguien debe trabajar), y con la generación de ingresos (a quien trabaja se le paga por hacerlo), empleos e ingresos que son condiciones del bienestar, sobre todo si ha de ser el resultado de la generación personal de ingreso por medio del trabajo, que es lo que respeta la dignidad de la persona, y no de la redistribución gubernamental del mismo, que divide a la sociedad en dos grupos: el de lo expoliados, a quienes el gobierno les quita, y el de los mantenidos, a quienes el gobierno les da.
Lo segundo está relacionado con el poder adquisitivo del dinero, y por lo tanto del trabajo, existiendo tres posibilidades. Que se preserve: con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se compra la misma cantidad de los mismos bienes y servicios. Que disminuya: con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se compra una menor cantidad de los mismos bienes y servicios. Se llama inflación. Que aumente: con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se compra una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios. Se llama deflación.
Si el bienestar depende de la cantidad, la calidad y la variedad de los bienes y servicios de los que se dispone, la mayoría de los cuales, por obra y gracia de la división del trabajo, hay que comprar, entonces, de las tres posibilidades con relación al poder adquisitivo del dinero, la que conviene es la tercera, la deflación: que, con la misma cantidad de dinero, al paso del tiempo, se compre una mayor cantidad de los mismos bienes y servicios.
En México, por razones equivocadas, que ya he explicado en muchos otros Pesos y Contrapesos, lo que hemos tenido a lo largo de décadas es inflación, pérdida en el poder adquisitivo de nuestro dinero. Un dato, para ilustrarlo: en lo que va del siglo, de enero de 2001 a septiembre de 2025, la inflación acumulada fue 192.29%, algo inaceptable.
El primer problema es que el Banco de México tiene una meta de inflación, 3.0% anual, que no ha conseguido, muestra de la ineficacia de su política monetaria. En lo que va del siglo la inflación promedio anual ha sido 4.32%, 1.32 puntos porcentuales por arriba del 3.0%, el 44.0%. Ello tomando como referencia la inflación general.
¿Qué quiere decir todo lo anterior? Que en México no están dadas las condiciones, ni por el lado de la producción de bienes y servicios, que ha crecido poco (1.81%, en promedio anual, de 2001 a 2024), ni por el del comportamiento del índice nacional de precios al consumidor, que ha aumentado mucho (4.71%, en promedio anual, entre 2001 y 2024), para lograr el fin de la economía: mayor bienestar para más gente.
Por sexenio, en los que van del siglo, ¿cómo nos fue? Fox, 2000-2006: en promedio anual, crecimiento 1.95%, inflación 4.44%. Calderón, 2006-2012: en promedio anual, crecimiento 1.86%, inflación 4.28%. Peña Nieto, 2012-2018: en promedio anual, crecimiento 2.41%, inflación 4.19%. López Obrador, 2018-2024: en promedio anual, crecimiento 1.05%, inflación 5.01%. Nada que presumir.