BRÚJULA ECONÓMICA

Inversión: romper el círculo vicioso

Arturo Vieyra<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Arturo Vieyra*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

La acentuada desaceleración que atraviesa la economía mexicana este año debe ser motivo de reflexión y análisis crítico. Como se ha señalado en este espacio, la causa principal de este débil desempeño radica en la falta de dinamismo de la demanda interna, con especial énfasis en la abrupta caída de la inversión. Las razones detrás de esta situación responden a una coyuntura compleja que, desafortunadamente, aún no termina de disiparse.

La inversión es clave para el crecimiento económico, amplía la capacidad productiva mediante tecnología, infraestructura y mayor productividad. Genera empleo, impulsa la innovación y sostiene el desarrollo. Además, estimula la demanda en el corto plazo y eleva el potencial de crecimiento en el largo plazo

Los indicadores recientes confirman la gravedad del panorama. La inversión muestra caídas anuales desde finales de 2024 y, en lo que va de este año, registra una disminución de -6.4% respecto al mismo periodo del año anterior. Por tipo de comprador, la inversión pública se ha reducido en -22.4%, mientras que la privada, que representa cerca del 90% del total, cayó -4.8%.

Esta contracción en la inversión responde a un deterioro sostenido de sus determinantes. En el caso del sector público, la fuerte reducción obedece a la necesidad de consolidación fiscal tras el elevado gasto destinado a las megaobras del sexenio anterior. La administración actual ha implementado un ajuste significativo al gasto, priorizando los programas sociales y recortando los recursos destinados a inversión en infraestructura. Esta decisión ha limitado el desarrollo de nuevas obras públicas y ha tenido efectos negativos en la inversión privada, al debilitar las expectativas de crecimiento.

Por su parte, la inversión privada se ha visto afectada por múltiples factores, además del impacto indirecto derivado de la contracción del gasto público. Sus decisiones dependen de la rentabilidad esperada, que está condicionada por elementos psicológicos, financieros y de expectativas de demanda.

En primer lugar, el esfuerzo del Banco de México por contener la inflación ha implicado mantener una política monetaria restrictiva, con tasas de interés reales elevadas que encarecen el crédito y desincentivan la inversión productiva.

En segundo lugar, las expectativas y la confianza empresariales se han deteriorado en un contexto de incertidumbre tanto interna como externa. Destacan la amenaza de aranceles por parte de Estados Unidos, las dudas sobre la efectividad de la reciente reforma judicial, la inseguridad todavía preocupante y el progresivo debilitamiento económico.

Así, un ambiente de alta incertidumbre ha generado un círculo vicioso donde la caída inversión total frena el crecimiento y limita sus expectativas, lo que a su vez genera más dudas sobre las decisiones de inversión privada, a la vez que el menor crecimiento también limita las posibilidades de mayor inversión pública.

Romperlo debe ser ahora la prioridad de este gobierno, una parte quedará zanjada si se realiza una buena negociación del T-MEC, a la vez que la política monetaria no restrictiva apoyará el crédito y la reorientación del gasto público hacia proyectos que promuevan la inversión privada incluso en el sector energético.

En suma, la inversión pública y privada enfrentan un entorno adverso y frágil, en el que la incertidumbre limita la planificación y ejecución de proyectos de largo plazo.

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