La historia de cómo se han ido conformando las creencias de los cristianos sobre la Virgen María es larga y fascinante. Actualmente, la Iglesia católica adopta cuatro dogmas acerca de ella. El primero, que se remonta al año de 431, afirma que María es la madre de Dios. El segundo, declarado en 643, proclama que María fue siempre virgen. El tercero, de 1854, consiste en que María nació sin el pecado original. El cuarto dogma es aún más reciente, de 1950, y declara que, al final de su vida, María ascendió al cielo en cuerpo y alma.
Estas cuatro creencias sobre María son dogmas de la Iglesia católica, es decir, ya no se discute acerca de ellas. Cabe subrayar lo anterior porque antes de declararse dogmas fueron temas polémicos dentro de la Iglesia. Por ejemplo, el dogma de la inmaculada concepción fue objeto de debates muy acalorados durante siglos; mientras que teólogos eminentes como Santo Tomás de Aquino sostenían que no podía aceptarse, otros teólogos destacados, como Juan Duns Scoto, la suscribieron en contra de la corriente predominante de aquel entonces.
Desde hace más de un siglo, un grupo de laicos católicos en los que se incluyen a varios sacerdotes, obispos y cardenales ha propuesto que la Iglesia católica adopte un quinto dogma mariano: el de que María es Corredentora y Mediadora de todas las Gracias. Este movimiento conocido como Vox Populi Mariae Mediatrici ha solicitado de manera oficial al Vaticano que acepte ese dogma.

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¿En qué consiste esa propuesta? Lo que se pide es que la Iglesia proclame que la redención llevada a cabo por Jesucristo fue posible gracias a que María entregó libremente su cuerpo para que Jesús viniera al mundo como hombre y, además, de que, por su sufrimiento junto con su hijo al pie de la cruz, participó en esa redención. Hay que subrayar que quienes defienden este quinto dogma no sostienen que María esté al mismo nivel que Jesús, es decir, cuando se le llama “corredentora” no se niega que Jesucristo sea quien nos redime de manera exclusiva, lo que se afirma es que María lo acompaña en esa acción. El segundo elemento de la propuesta es quizá más complejo y consiste en afirmar que María es la Mediadora de todas las Gracias, es decir, que todas las gracias que concede Jesús a la humanidad se otorgan por la intercesión maternal de María. Desde el momento en que María aceptó ser madre de Dios, ella se convirtió en una mediadora entre Dios y el resto de los seres humanos en el orden de la Gracia. De nuevo, quienes sostienen lo anterior no proponen que María sea quien otorgue la Gracia, sino que ella es la mediadora entre esa Gracia, cuyo origen y ejecución son exclusivamente divinos, y los seres humanos.
Hace unos días, la Congregación para la Doctrina de la Fe dio a conocer un documento llamado “Mater Populis Fidelis”, en el que desaconseja que a María se le llame Corredentora y Mediadora de todas las Gracias. Esas fórmulas, se aduce, se alejan del lenguaje de las Escrituras y de la Patrística y pueden provocar malentendidos. Cito el documento: “Teniendo en cuenta la necesidad de explicar el papel subordinado de María a Cristo en la obra de la Redención, es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María. Este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana”. Lo mismo se afirma de la fórmula “Mediadora de todas las Gracias”. Lo único que hace la Virgen, se afirma, es ayudarnos, de diversas maneras, a “disponernos a la vida de la gracia que solamente el Señor puede infundir en nosotros”. No debe cometerse el error de suponer que María posee una especie de reserva de Gracia que conceda por sí misma.
Todo indica que no se adoptará el quinto dogma de María en un futuro cercano; sin embargo, conociendo la milenaria historia de la Iglesia y la poderosísima devoción popular a la Virgen, no podemos descartar que en un futuro más lejano aquella propuesta se reformule, se afine, y, por fin, sea aceptada por el Vaticano.

