Otra vez los integrantes de la CNTE intentaron derribar las vallas colocadas en los accesos del Palacio Nacional, lo que provocó una confrontación entre el magisterio y los elementos de la policía unos minutos antes de que iniciara la mañanera.
Otra vez se colocaron las vallas acordonando el Palacio Nacional, Bellas Artes, El Ángel de la Independencia y algunos negocios en el Centro Histórico de la Ciudad de México previo a una manifestación convocada por la Generación Z.
Otra vez los altercados entre los ciudadanos que buscan una respuesta a las múltiples exigencias sociales con las que llegan grupos de distintos lugares del país. El gas lacrimógeno, los golpes, los granaderos que ya no son, los provocadores, los que son provocados, los que se defienden y los que buscan ser agresores.

Reconocimiento al Ejército
Otra vez, no importa el orden en el que usted lo lea, no importa si solo lee un párrafo u otro.
Otra vez pasa.
Quienes colocan la valla lo utilizan como un objeto de “protección”, con la clara intención de “provocar”. Es cerrar las puertas al diálogo y a la escucha. Es cerrar los ojos intencionalmente para no ver a quienes cansados gritan consignas pidiendo medicamentos, pidiendo atención, pidiendo un poco de escucha a sus necesidades que suelen ser y sentirse tan lejanas al enorme y ostentoso Palacio Nacional.
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación fueron hoy, buscan el diálogo con la presidenta y como no lo tienen, pues saben cómo desquiciar al gobierno de la Ciudad, al menos.
Pero tantos grupos que llegan a la capital con sus carpetas de papeles bajo el brazo, con comida en la mochila que alguien los preparó en sus casas antes de tomar el camión, llegan y se topan con la barrera fría y desalmada, golpeada y atropellada de unas vallas azules o grises.
Los que gobiernan que fueron elegidos por el pueblo, el pueblo que nunca más vuelve a ser escuchado después de haber votado en esa casilla por quienes creyeron que sí serían diferentes, porque fueron a sus casas, porque les pidieron su teléfono, porque los escucharon y porque les apoyaron con un poco de dinero.
Así llegan a la gigantesca capital, y entre tumultos de gente ven el Zócalo y estoy segura que se emocionan, que les brota el nacionalismo. Estar en el centro del país, te hace vibrar.
Pero las vallas, otra vez las vallas. Se acabó la ilusión, no hay a quien hablarle, no a quien buscar, no hay cómo acercarse porque puedes ser agredido o silenciado.
Pero qué más, si más silenciado no se puede estar con barreras metálicas de metros de altura. Entonces la desesperación cae en la provocación, y se raya el metal, se golpea y se grita con mucho enojo.
Habrá profesionales del golpeteo al metal, los habrá.
Pero otra vez no hay manera de dialogar, de ser escuchados. Otra vez están las frías vallas, entonces no queda de otra más que otra vez, hacer un poco de ruido e intentar moverlas para que al menos una persona allá adentro se dé cuenta que hay alguien allí afuera.
La historia de México y su gente.
Otra vez.


