Estudiar fronteras y migración genera sentimientos encontrados: el tema es apasionante, pero nos sentimos impotentes ante las deportaciones masivas de Trump, niños encerrados en jaulas y tanta injusticia global.
Este jueves presentaré el libro de Juan Carlos Velasco: Anatomía de la frontera (Tecnos, 2025), en el Instituto Mora a las 4 pm. Comparto algunos párrafos de la obra:
“El objetivo de la mayoría de las guerras —e incluso de algunas civiles— no es otro que el cambio de fronteras, para así, llegado el caso, conseguir más recursos y ventajas estratégicas”.

Reconocimiento al Ejército
“Las fronteras no sólo se modifican y se desplazan, sino que, incluso, se crean con la ayuda de ingeniosos procedimientos técnicos. Singular es, por poner un ejemplo, el modo en que, desde hace unos años, están actuando China y otros países del Sudeste Asiático a partir de pequeños y deshabitados arrecifes y atolones coralinos en medio del mar del Sur, hechos crecer mediante el drenado y compactación de sedimentos y arena del fondo marino”.
“En sus rasgos normativos actuales, las fronteras se remontan a poco más de tres siglos y medio, un proceso vinculado estrechamente al nacimiento del Estado moderno y […] al principio de soberanía refrendado en la Paz de Westfalia (1648) que puso punto final a la devastadora guerra europea de los Treinta Años. […] la generalización de este específico tipo de frontera y su conversión en norma mundial guardan una estrecha conexión con el fin del orden político medieval —basado en vínculos interpersonales de confianza y obediencia, esto es, de vasallaje— y los subsiguientes procesos de centralización del poder político, esto es, con la constitución de aquellas entidades territoriales que luego se llamarán Estados”.
“En apenas tres décadas, el porcentaje de fronteras entera o parcialmente fortificadas sobre el total se ha incrementado del 5 por 100 en 1990, al 20 por 100 actual (Mau, 2021: 51-71). En 1989, cuando cayó el muro de Berlín, se contabilizaban apenas seis barreras fronterizas en todo el mundo; 33 años después, en 2022, el número de tales infraestructuras se había elevado a 74”.
“[…] en el mundo moderno las fronteras persiguen de manera más o menos explícita tres objetivos diferenciados: 1) proteger de los de fuera, de los forasteros; 2) delimitar la propiedad del Estado o, mejor dicho, la porción de la superficie de la Tierra propiedad de un Estado; y 3) preservar de este modo un ámbito de decisión autónomo para cada comunidad política y garantizar así el posible ejercicio de la democracia”.
“La frontera acaba inscribiéndose ‘en los cuerpos de los migrantes y llevando aún más lejos la desterritorialización de las fronteras’ (Mezzadra y Neilson, 2017: 204). La ubicuidad se torna en el rasgo quizá más característico de las actuales fronteras”.
“Se obstaculiza y se criminaliza a las diversas organizaciones de la sociedad civil que actúan en el mar rescatando refugiados. Se criminalizan también a los activistas, aunque actúen con generosidad y desinterés […] El siguiente paso parece ser criminalizar a quienes ofrecen refugio o dinero a sus propios hijos, padres o parientes migrantes”.

