POLITICAL TRIAGE

Sin arrepentimiento y sin perdón

Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Benjamin Netanyahu es un personaje polémico. El actual primer ministro de Israel ha tenido una larga trayectoria política y es uno de los hombres más influyentes a nivel internacional. Actualmente, su visión ha sido definitiva para el rumbo de la guerra en Gaza, incluso más que la del presidente Isaac Herzog, y su presencia es uno de los factores para que el conflicto no haya llegado a su fin.

Netanyahu no sólo es polémico en la arena internacional, en donde es percibido como un político proclive a la violencia y que ha ido en contra de las resoluciones internacionales que buscan la paz en la región, sino también a nivel local al ser sospechoso de actos de fraude, soborno y corrupción.

Así, hacia fuera de Israel, ha sido partícipe e impulsor de las violaciones de las fronteras y las progresivas colonizaciones en territorio contemplado en la solución de los dos Estados, al tiempo que ha respaldado acciones que algunos catalogan como violaciones a los derechos humanos. Hacia dentro de sus fronteras tiene al menos tres juicios abiertos en los que se le acusa de vender y comprar favores a empresarios y medios de comunicación, buscando su ganancia personal y una amable cobertura de su accionar en el gobierno.

Los mencionados juicios estaban causándole un gran dolor de cabeza cuando ocurrió aquel infame ataque de Hamas durante el festival musical. Una respuesta militar era esperable, pero también el aprovechamiento de un líder que venía en caída libre y que estaba por ser expulsado del poder para que afrontara la justicia. El profeso judicial quedó en pausa ante la inminente guerra. El líder fuerte retomó bríos y se escudó en el conflicto para afianzarse.

Hoy, cuando el acuerdo de paz va y viene y la victoria es un hecho. Netanyahu ha tenido la osadía de pedirle a Herzog un indulto que lo libre de las acusaciones que pesan sobre su espalda. La oposición y los políticos moderados ven en este movimiento un oportunismo que dañaría la credibilidad de la democracia en Israel. Sólo sus aliados quieren librarlo de un plumazo de cualquier responsabilidad. El presidente se juega mucho en esta petición deslizada en su escritorio en medio de un conflicto que mantiene los reflectores ocupados.

Sin embargo, es importante recordar que Netanyahu no sólo es buscado por corrupción en Israel, sino que las cortes internacionales lo han acusado por crímenes de guerra. La guerra no puede volverse un campo sin ley en el que el más fuerte hace su voluntad al margen de la justicia y la humanidad. Israel debilitaría su democracia si se indulta a Netanyahu y la comunidad internacional perdería un asidero moral si el primer ministro no es llamado ante las cortes para responder por sus acciones.

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