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La vida de un pasante de abogado

Antonio Fernández. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: La Razón

La carrera de derecho es muy interesante desde su inicio, pues una de las mejores tradiciones de los abogados es que los estudiantes deben iniciar sus prácticas desde los primeros semestres.

En mi caso fue desde el primer semestre que entré a un despacho de litigio laboral, civil y mercantil, donde el titular del despacho, cuando me entrevistó, me comentó que había dos opciones; una era ganar dinero y la otra era aprender, y me preguntó cuál elegía, y aunque necesitaba el dinero, elegí aprender. Nunca supe en qué consistía en ese despacho ganar dinero, pues me di cuenta de que, normalmente, apenas si salía para los gastos, pero eso sí, cuando se cobraba un buen asunto había fiesta.

El pasante de abogado, una vez que empieza a trabajar, ya tiene el título de licenciado, pues lo primero que requiere el pasante para presentarse en la oficina es un traje y una corbata, los cuales, en la mayoría de los casos, ya tienen dos o tres puestas, la del papá o el tío y la del hermano mayor, que serán las principales herramientas del joven aprendiz de abogado, y con ese atuendo en las oficinas de gobierno en que se presente será “el licenciado”.

La vida de un pasante, normalmente, empieza temprano, cinco o seis de la mañana, pues tiene que prepararse para salir bien arreglado y, si le da tiempo, puede incluso desayunar para que llegue al despacho entre ocho y nueve de la mañana, en donde lo primero que tendrá que hacer es checar el boletín judicial, para revisar los acuerdos de los asuntos que se llevan. Posteriormente, le pueden encargar ir por un café, o preparar algún escrito sencillo para que vaya aprendiendo a redactar.

En el mundo del derecho hay innumerables áreas de trabajo; están los despachos, las notarías, los juzgados y los departamentos jurídicos de las oficinas de Gobierno; los despachos por su parte pueden dividirse en las grandes firmas, donde el pasante cobra un mejor salario, y que se localizan en edificios de zonas residenciales, que son los que llevan los grandes asuntos del país y cubren casi todas las áreas del derecho, donde pueden ver asuntos de energía, financieros y fiscales, y por otro lado están los despachos pequeños, donde sólo despacha el titular y una secretaria, que se localizan en zonas más económicas, y con sueldos más raquíticos, por eso se les dice en muchas ocasiones a los pasantes “pasambres”.

La vida del pasante es parte de la formación del futuro abogado, y sobre todo en los lugares donde hay más de dos pasantes, hay suficiente para hacer un ambiente de camaradería, donde el sueldo puede alcanzar para que el viernes saliendo de la oficina puedan ir a tomarse unas cheves, y vislumbrar los grandes asuntos, las grandes conquistas y los sueños que les darán las ganas de seguir luchando por el derecho.

En muchas ocasiones el pasante aprende más de los abogados del despacho y de la práctica, que en las aulas de las universidades, pero lo más importante que descubre el pasante, sobre todo en México, es el mundo real: descubrirá la crisis en la impartición de justicia, la corrupción de los juzgados, la inseguridad jurídica en que se vive, no obstante, con todo ello debe de elegir el área del derecho que más le interesa y en la que pueda tener un mejor desempeño para tratar de ser el mejor abogado.

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