La coyuntura mexicana de estos días gira alrededor de tres ejes: la aprobación acelerada de la nueva Ley General de Aguas y la reforma a la Ley de Aguas Nacionales; la reaparición política de Andrés Manuel López Obrador con su libro Grandeza; y la escalada discursiva en torno a la seguridad y el papel de Estados Unidos frente al crimen organizado, tangencial a la tensión en Venezuela.
En menos de 48 horas, diputados y senadores aprobaron, en sesiones maratónicas, el nuevo marco hídrico impulsado por la Presidenta Sheinbaum, con el voto de Morena y aliados, y en medio de bloqueos carreteros, caravanas de tractores y el amago campesino de sitiar el Zócalo en pleno festejo de los siete años de Morena en el poder.
Al mismo tiempo, López Obrador reapareció para presentar Grandeza, y aprovechar para críticar la política antidrogas de Estados Unidos y la idea de intervenir militarmente contra los cárteles. Lo hizo el día en que se esperaba el posicionamiento de Felipe Calderón frente a la renovación estatutaria del PAN. Es claro que pretende preservar su centralidad simbólica dentro de la 4T. Esta reaparición tambien es un mensaje político a la administración de Sheinbaum, sobre un hipotético regreso político si AMLO percibe amenazas a la continuidad de Morena, mientras las encuestas siguen exponiendo una mala evaluación en áreas de gobierno como economía, seguridad y el incremento de la corrupción e impunidad.

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En lo económico se discute la tensión entre seguridad jurídica para la inversión, manejo sustentable del recurso y certidumbre para el campo. La crónica del conflicto con agricultores deja claro que el dilema no es “Estado vs. mercado” en abstracto, sino cómo regular un recurso escaso sin destruir patrimonios rurales ya de por sí frágiles, además de proteger la producción frente a la Sustitución del Estado que ha alcanzado la delincuencia organizada en vastos territorios donde ejerce el monopolio de la violencia y el cobro de piso (impuesto).
En la redes sociales la conversación se ha polarizado en torno a la #LeyDeAguas y las imágenes de los bloqueos. Caravanas de tractores, casetas tomadas y garitas cerradas se volvieron virales, acompañadas de enojo con la clase política en general. Por cierto, mal se vio el dirigente del PAN, frente a la exhibida que le puso la periodista legislativa Leticia Robles. Los tiempos para la oposición ofrecen poco margen, por lo que la justificación de acciones debe ser clara, no están las cosas para intentar “chorear” a la opinión pública.
En términos politológicos, lo que está en juego no es sólo una ley sectorial, sino la calidad del proceso democrático. Una reforma de alto impacto en derechos, propiedad y federalismo hídrico se aprobó en un contexto de prisa legislativa, negociación opaca y protesta social extendida. Lo que muestra que el debilitamiento de contrapesos efectivos y la erosión institucional continuan.
En el eje de seguridad, la combinación de un Estado que no logra garantizar el monopolio legítimo de la fuerza, que ha sido sustituido en diversos territorios y una ciudadanía cansada de la violencia abre espacio a soluciones “mano dura”, incluso de fuera. Que haya mexicanos dispuestos a ver con buenos ojos una acción militar estadounidense contra los cárteles habla del nivel de desesperación y desconfianza en la capacidad del propio Estado mexicano. Debe haber cooperación, pero la historia nos dice que siempre que nos hemos dividido, hemos perdido. La semana deja lecciones claras sobre comunicación política. Sin embargo, el contraste entre ese discurso y las imágenes de campesinos bloqueando carreteras, genera un relato alternativo donde el Gobierno aparece como un poder distante. Esto se está reflejando en las encuestas. La oposición, por su parte, ha sido eficaz para amplificar el enojo y denunciar el fast track, pero menos consistente para proponer una alternativa hídrica integral. Falta el plano de largo plazo; el viernes Chertorivski presentó la visión del agua de MC, pero en el combate que se da en las redes, requiere salir con toda una batería de hilos, videos cortos, infografías y espacios de diálogo que ayuden a la ciudadanía a distinguir entre datos, opiniones y propaganda.
Parece que veremos tres dinámicas: la ruta jurídica de los amparos y constitucionalidad de la Ley de Aguas; la evolución de las protestas campesinas; y la influencia política de López Obrador sobre la narrativa de la 4T y sus acciones, como lo sucedido con Gertz Manero.
Si algo nos enseña esta semana es que los grandes temas —agua, seguridad, soberanía— requieren Estado capaz, oposición responsable y ciudadanía informada. La sociedad no se debe dejar arrastrar por los extremos ni por la resignación: defender derechos sin romantizar privilegios, exigir seguridad sin renunciar a la soberanía, y apostar a cuidar las formas democráticas.
Ahí se juega, en buena medida, la verdadera grandeza de nuestra vida pública. No en los libros de López Obrador.

