El presidente de la FIFA no pudo ser más obvio. Colocó a Donald Trump como la estrella del Mundial. Se sacó de la manga un premio por la paz para un hombre que al mismo tiempo que ha logrado algunos avances en conflictos internacionales, igualmente tiene a sus tropas marítimas en el Caribe con la mirada puesta en Venezuela.
La Presidenta mexicana se habrá percatado de la importancia que tenía ser partícipe de la ceremonia. Un vacío en un evento de esta naturaleza hubiera sido un inédito histórico, nunca en la historia de los mundiales se han ausentado los presidentes de las naciones sedes. En una de ésas tendrá que repensarse su anunciada ausencia a la inauguración del Mundial, lo cual llevaría a otro hito histórico. Quizás anden rondando los fantasmas de un estadio enardecido. Lo que es un hecho, es que no va a llegar tarde a la fiesta que le prepararon y se preparó esta mañana en el Zócalo.
Con todo y la parafernalia política y del espectáculo, el futbol tiene sus propios caminos. Por más que le endilguen efectos colaterales, al final lo que les importa a los millones de aficionados es lo que pasa con su equipo, el cual le da una de sus identidades.

Góbers felices en el sorteo
La cancha es el espacio en donde todo empieza y termina. Es el espacio donde aparecen las emociones, la pasión, las expectativas y las tristezas. En el espacio en donde el error y la virtud hace la victoria o la derrota. Es el espacio que construye la memoria futbolera, la cual es propiedad de los aficionados. Es el espacio que le da sentido al futbol.
La tribuna define el entorno del juego, y son los aficionados que siguen partido a partido el Mundial en el estadio, o a través de doña tele, el componente que termina por darle sentido al juego en medio del negocio y de todos sus componentes que conforman el futbol como una brutal explosión económica y, paradójicamente, como uno de los grandes fenómenos sociales de nuestro tiempo, el cual define identidades, cultura, relaciones sociales y la vida ciudadana.
La fiesta está echada a andar. Veremos desfiguros de toda índole entre aquéllos que van a creer que son la personificación del Mundial y el eje sobre el cual gira.
Ante ello están los jugadores y los aficionados estén donde estén. Son quienes se encargarán de la fiesta y del curso intensivo de sufrimiento que provoca el futbol.

