Lo primero que hay que hacer, para entender la función del comerciante, es tener claro que una cosa es el intercambio entre un vendedor y un comprador, vendedor que puede ser el productor original y comprador que puede ser el consumidor final, y otra que un tercero le compre al primero para venderle al segundo. Este tercero es el comerciante, que como tal no es productor original ni consumidor final, sino intermediario entre ambos, haciendo posible algo importante: la expansión de los mercados y de la división del trabajo, con sus dos principales beneficios: los aumentos de la productividad y los incrementos de la producción, la reducción de la escasez y el aumento del bienestar.
La división del trabajo (A, que es mejor que B produciendo vino, produce solamente vino, y B, que es mejor que A produciendo pan, produce únicamente pan), el mercado (que es la relación de intercambio entre A, que ofrece y vende vino, y demanda, compra y consume pan, y B, que ofrece y vende pan, y demanda, compra y consume vino), el comerciante (que le compra vino a A para vendérselo a B, y que le compra pan a B para vendérselo a A), y el dinero (que le permite al comerciante comprarle vino a A para vendérselo a B, y a éste pagárselo, y comprarle pan a B para vendérselo a A, y a éste pagárselo), son elementos potenciadores de la economía.
¿Qué pasaría, con bienestar, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que disponemos, la mayoría de los cuales hay que comprar, si el dinero desapareciera y nos viéramos limitados al trueque? Disminuiría porque disminuiría el número de compras que podríamos realizar.

Cónclave para el regalo de Alito
¿Qué pasaría, con nuestro bienestar, si el comerciante desapareciera y tuviéramos que comprarle directamente al productor original, en el lugar donde originalmente se producen, los bienes que necesitamos? Disminuiría porque disminuiría el número de compras que podríamos realizar.
¿Qué pasaría, con nuestro bienestar, si el mercado desapareciera? Disminuiría porque la división del trabajo resultaría contraproducente: si A quiere sobrevivir tiene que producir vino y pan, y si B quiere sobrevivir debe producir pan y vino, lo cual, dado que A no es bueno en la producción de pan, y B no lo es en la producción de vino, reduciría las cantidades disponibles de vino y pan, al menos que ambos estuvieran dispuestos a trabajar más horas para compensar, con más horas produciendo, su baja productividad.
¿Qué pasaría, con nuestro bienestar, si desapareciera la división del trabajo y nos viéramos atrapados en la autarquía (ojo: autarquía, no anarquía), obligados a producir, por nosotros mismos, todos los bienes y servicios que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades? Disminuiría. ¿Quién de nosotros es capaz de producir, de la A a la Z, el 1% de los bienes y servicios que habitualmente consumimos?
La división del trabajo, el mercado, el comerciante y el dinero son elementos potenciadores de la economía, siempre y cuando se den las condiciones institucionales (reglas del juego), que permitan su mejor funcionamiento, algo que no siempre ocurre, muchas veces por limitaciones impuestas por el gobierno.
Por lo pronto, ¿qué pasaría si desaparecieran los comerciantes?

