VIÑETAS LATINOAMERICANAS

Culpando a Boric

Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Rafael Rojas. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Las reacciones al triunfo holgado de José Antonio Kast y la nueva derecha republicana en Chile —más de 58% de votos, el mayor desempeño electoral de un candidato presidencial desde el arribo de la democracia, aunque con voto obligatorio— describen muy bien el caos ideológico latinoamericano en el siglo XXI.

Las derechas de todo tipo tienden a maquillar una imagen moderada de Kast y, en algunos casos, a normalizar sus aspectos más inquietantes, como su alineamiento con la xenofobia y el racismo de los nuevos populismos conservadores, su reivindicación de la dictadura de Augusto Pinochet o su clarísima agenda antifeminista y contraria a la extensión de derechos de la población más desfavorecida.

En las izquierdas, en cambio, se ha producido una diferenciación que vuelve a confirmar la pluralidad de ese campo, tantas veces escamoteada en el presente de la región. El presidente Lula da Silva, el presidente Yamandú Orsi y la presidenta Claudia Sheinbaum han felicitado a Kast, una fórmula básica de la diplomacia de Estado que, incluso en México, país con una vieja tradición de política exterior realista, ha sido abandonada en los últimos años.

Muy distinta ha sido la reacción de Gustavo Petro en Colombia, quien, en los meses previos a las elecciones presidenciales del próximo año, no parece dispuesto a allanar el camino de quien pueda sucederlo desde el Pacto Histórico o desde la oposición. Petro ha tildado a Kast de “nazi”, lo cual ha sido tomado por el gobierno de Gabriel Boric, uno de sus principales aliados en la región, como una ofensa.

En el bloque bolivariano, como era de esperar, no sólo no se felicitó a Kast, sino que su legitimidad democrática fue puesta en duda, a pesar de su reconocimiento por parte de la candidata rival Jeannette Jara. Un tópico reiterado en las redes y medios de esa corriente, y que también tuvo resonancia en declaraciones de la presidenta Sheinbaum, es que el gobierno de Gabriel Boric es el máximo responsable del triunfo de la derecha.

Por supuesto que algo de la causalidad de ese desenlace tendrá que ver con las deficiencias de la gestión de Boric, que redundaron en la caída en la popularidad del Frente Amplio. Pero la culpabilización de Boric, sobre todo por el perfil progresista democrático de su gobierno, es también un reflejo del rechazo al líder del Frente Amplio por sus críticas y sus denuncias a las autocracias bolivarianas.

Culpar a Boric por el triunfo de Kast es la forma en que esas izquierdas antidemocráticas expresan su desprecio por las críticas del chileno a la falta de democracia en Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero también su rechazo al radical progresismo de la izquierda chilena. Los bolivarianos no concuerdan con la institucionalidad de Boric y hubiesen preferido un presidente menos respetuoso de las normas electorales, que impidiera la alternancia. Disimulan mal su antipatía con la radicalidad feminista, ambientalista y multicultural del proyecto del Frente Amplio.

Temas: