En la elección de 2024, el PAN entendió que era imposible que una candidatura de derecha dura (opuesta a la interrupción legal del embarazo y a derechos LGBT, nostálgica de Hernán Cortés) concitara apoyo de sectores moderados. Xóchitl Gálvez representó un compromiso, una apertura hacia mentalidades más progresistas. Sin embargo, el actual éxito de partidos de ultraderecha conservadora en Argentina y Chile hace soñar a los panistas ortodoxos con una candidatura que los represente.
La posibilidad de lanzar a la Presidencia en 2030 a un admirador de Milei o a una senadora opuesta a los derechos de adopción de la comunidad LGBT requiere de una estrategia paralela para atraer votos de sectores moderados: es el argumento de que, con Morena, México se dirige a la dictadura, de modo que clasemedieros asustados se arrojen a los brazos de un candidato ultraderechista.
El avance del partido de exfuncionarios del INE, Somos Mx, podría contribuir a ese propósito. La organización incluye a los exconsejeros Lorenzo Córdova, Leonardo Valdés Zurita y Marco Antonio Baños, así como a los exfuncionarios del instituto, Edmundo Jacobo y Roberto Heycher. Macario Schettino caracteriza así a Somos Mx: “Se trata de una coalición de grupos provenientes de la izquierda democrática, de grupos católicos progresistas, organizaciones de derechos humanos y múltiples organizaciones locales, que se han convertido en la columna vertebral de esas más de 200 asambleas distritales”. Han acompañado este proceso un puñado de académicos y opinadores, incluyendo al autor de esta columna.

Importante reconocimiento a la SHCP
Los somosmxistas reconocen que buscan formar parte de un gran bloque opositor, junto con otros partidos, para frenar a Morena. Algunos de sus integrantes han competido ya bajo las siglas panistas y, mirando hacia 2030 en el contexto de un ascenso de la ultraderecha, es poco realista que pudieran imponerle su propio aspirante al PAN. Me parece que más bien ocurrirá lo contrario y la clase media opuesta a Morena avalaría la píldora gracias al color rosa (no azul) del partido por el que voten.
Los partidos políticos deben ofrecer plataformas ideológicas claras y coherentes, capaces de atraer votantes a largo plazo. Sin embargo, México no vive un momento de consenso democrático: atravesamos cuestionamientos por la renovación del Poder Judicial, fuerte polarización y acusaciones de autoritarismo, avaladas por algunos rankings internacionales. Para los opositores, la prioridad es la defensa de la división de poderes y de la economía de mercado, frente a un partido dominante percibido como una gran amenaza. Veremos si, llegado el momento, también apoyan políticas de ultraderecha que, como en Argentina, abandonan a adultos mayores y a personas con discapacidad; o que, como en Estados Unidos, enjaulan a niños migrantes y desmantelan las instituciones de asistencia pública.
Sabremos solamente en 2029 si Somos Mx logra tener alas propias. Antes no, pues por ley deben presentarse solos a las elecciones intermedias, así que no parecerán como un partido satélite. ¿Lo son?, bueno, primero deben reunir decenas de miles de afiliados.

