SERÉ BREVE

El mar, nuestra responsabilidad

Emilio Vizarretea. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Emilio Vizarretea. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

Esta leyenda aparece en el escudo del Centro de Estudios Superiores Navales de la Marina. Representa un significante de tareas, funciones y atribuciones.

El mar es vida, es una responsabilidad de sobrevivencia para la humanidad. Tiene como referente la inmensidad, en superficie y profundidad, lo desconocido e imaginario. Es oportunidad de desarrollo y seguridad, de gran amplitud.

El mar significa el doble género, integra la mar, se amplía y prolonga en los dominios con que se fusiona y deviene océano; sus bellas tonalidades de color dan nombre al planeta. La tierra, nuestra casa común de vida, es el planeta azul; sus recursos promueven la forma de una economía azul, potencial para el desarrollo sustentable, para la seguridad de la humanidad. El mar es vida, refugio y santuario ignoto, la reserva de la sobrevivencia.

La palabra mar es un sustantivo femenino o masculino, aunque en plural se emplea el masculino, los mares. Hay sinonimia entre el mar, la mar e incluso en su prolongación de la costa a los enormes océanos. Los mares son un cuerpo grande de agua salada, interconectado directa o parcialmente, como un sistema de todas las aguas oceánicas (todos los mares vinculados a los océanos Pacífico, Atlántico, Índico, Meridional y Ártico) de la Tierra.

El mar es frontera, pero no límite; inicia en la playa, en la costa, y se extiende por el océano hasta tocar otro extremo de tierra; por eso comunica, es un puente que se construye conforme se avanza, un horizonte promisorio. Su recorrido va mostrando su riqueza, su fortaleza, sus tormentas, el temple del navegante, el valor de la experiencia y la aplicación de la teoría; muestra las maravillas que contacta con su propio ecosistema, con el Sol y la Luna, con las olas y la lluvia, con su alojamiento de vida, de tecnología y comunicación, con la tierra que descubre y a la que arriba.

Es un asombro de conocimiento constante, de aventura regocijante, de la niñez a la vejez, del espíritu saludable; el mar nutre el cuerpo y alimenta el alma. Lava, limpia y renueva.

Así, el mar, la mar, los mares, los océanos, el recipiente de heridas, el descubrimiento de ríos, la captura esplendorosa de su flora y fauna, que se ilumina desde el espacio, creando un espejo de agua que refleja al universo, en el día soleado y las noches iluminadas.

El mar cubre más del 70% de la superficie de la Tierra. Casi el 90% del comercio mundial se transporta por vía marítima. Proporciona hábitats para una gran diversidad de vida marina y el mantenimiento de la biodiversidad en el planeta.

Es regulador del clima global. La humanidad aprovecha al mar para su alimentación, la comunicación y los intercambios diversos.

El mar es depositario, descubrimiento, historia, de romanticismo, de batallas cruentas, de tragedias y éxitos.

Las mujeres y hombres de mar han surgido y vuelto al mar; la mirada del océano marca el horizonte de vida, ese momento lejano que, cuando te acercas, se aleja y te obliga a repensarte a ti mismo.

Nuestra racionalidad no ha logrado cimentar una cultura marítima protectora y sustentable; demanda una conciencia marítima que le permita convivir con sensibilidad y entendimiento de la vida misma.

¡Feliz año 2026!