LA MALETA DEL CINE

Es la temporada

Javier Solórzano Casarín │ *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Javier Solórzano Casarín │ *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

Sigue la temporada navideña. Para muchos, la época para reunirse con la familia y con los amigos, y celebrar las fiestas en comunidad. Comer abundantemente, disfrutar de las recetas tradicionales de la abuela y gozar el calor hogareño. Las decoraciones, las luces y los árboles navideños rodeados de regalos. Pero también donde se encuentra escondido un elemento de subversión, de caos y peligro, y de la oportunidad idónea para que los secretos salgan a la superficie. El lado oscuro de la Navidad, o tal vez el más humano. En esta entrega les quiero recomendar dos películas navideñas para disfrutar en esta temporada tan especial.

DURO DE MATAR (1988), John McTiernan

Arrancando de entrada con la controversia. ¿Es Duro de Matar una película navideña? Algo que se ha discutido a lo largo de los años con mucha vehemencia y pasión. No se lleva a cabo en un clima típicamente navideño, la historia ocurre en la ciudad de Los Ángeles, y la trama no se centra en una temática que haga alusión directamente a la Navidad, pero las fiestas son el detonante y el contexto de la acción. El detective John McClane (un formidable Bruce Willis) viaja a regañadientes de Nueva York a Los Ángeles para acudir a la fiesta decembrina de la empresa japonesa en la que labora su esposa (Bonnie Bedelia) con la intención de rescatar su matrimonio. En uno de los pisos más altos del rascacielos de la torre Nakatomi, McClane no se esperaba que, en medio de la celebración, el ponche y los árboles navideños tendría que tomar acción y rescatar a los rehenes de las garras de Hans Gruber (el magnífico Alan Rickman) y su grupo de terroristas. Una de las mejores películas de acción de los años 90.

OJOS BIEN CERRADOS (1999), Stanley Kubrick

Los Hartford (Tom Cruise y Nicole Kidman) atienden a una de las fiestas navideñas más glamorosas de Manhattan, en la casa del multimillonario Victor Ziegler (Sydney Pollack). Todas son apariencias y todo es un sueño; amigos celebrando, disfrutando la opulencia de la clase alta, de la mejor música en vivo y tomando el mejor licor, comiendo la mejor comida. Pero debajo de todo esto está la verdadera naturaleza del ser humano. Un matrimonio que coquetea con otras personas, un anfitrión que mientras su esposa recibe a los invitados tiene relaciones sexuales con una prostituta que sufre una sobredosis. Ésta es la esencia dramática que caracteriza a la película y a sus personajes. Después de que Alice le confiesa a su marido que una vez estuvo cerca de engañarlo con un hombre que despertó sus deseos más prohibidos, Bill Hartford se arroja a la noche urbana para encontrar una aventura sexual que le otorgue algún tipo de ajuste de cuentas con su esposa. Entre las decoraciones, los arbolitos sencillos y elaborados y el contagioso espíritu navideño, Bill se enfrenta a un bajo mundo donde uno puede cumplir los deseos más primordiales, pero donde también existen consecuencias perturbadoras.

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