Antonio Michel Guardiola

Las fisuras de la frontera

ARISTAS

Antonio Michel Guardiola*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Antonio Michel Guardiola
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Este jueves, el gobierno de Estados Unidos pondrá fin a la medida conocida como Título 42, mediante la cual el gobierno podía rechazar el ingreso de nuevos inmigrantes bajo la justificación de detener el esparcimiento de Covid-19, en lugar de retenerlos en suelo estadounidense en espera de su trámite.

Con ello, probablemente crezcan los flujos migratorios en una frontera que ya ha visto en estos dos años las cifras récord de detenciones y cruces irregulares. La política migratoria de los demócratas presenta grietas que difícilmente harán frente al reto que se avecina en vísperas de las elecciones de 2024. 

Joe Biden ganó la presidencia en 2020 con una propuesta migratoria contrastante a la de su rival Donald Trump. Prometió un camino hacia la ciudadanía para 11 millones de personas indocumentadas; más facilidades para el ingreso a territorio estadounidense; acciones en torno a la unión familiar; y desactivar cualquier proyecto que atentara en contra de los derechos humanos de las personas migrantes. 

A los pocos meses de su triunfo, Biden se percató de la complejidad de aterrizar esas promesas. Los cruces irregulares disminuyeron notablemente durante la pandemia. No obstante, la crisis económica, el cambio climático y el crecimiento del crimen organizado catalizaron los alicientes para huir hacia mejores condiciones de vida. Lo anterior, aunado a la ilusión de una entrada más sencilla a EU, provocaron una crisis migratoria que se ha convertido en una humanitaria.  

Tan sólo en el año fiscal 2022, el número de detenciones en la frontera sur de EU, rebasó los dos millones. El gobierno mexicano anunció que remover el Título 42 implicaría un brinco a más de 12 mil cruces irregulares diarios. Las autoridades fronterizas y las cortes migratorias carecen de la capacidad y la infraestructura para procesar tantos trámites. Actualmente, el rezago de solicitudes de asilo suma casi 2.5 millones. Cada uno de estos casos tarda, en promedio, un año y medio en culminar.  

No hay un escenario favorecedor para Biden. En caso de optar por políticas en sintonía con las de Trump, será criticado por emular a su antecesor y por incumplir con los objetivos de campaña. Por otro lado, flexibilizar la política migratoria y permitir el ingreso masivo de cientos de miles de migrantes, enfurecerá a los republicanos y a los detractores dentro del partido demócrata.  

La alternativa de una reforma migratoria que pudiera aliviar esta situación es inasequible con un Congreso dividido. Ningún presidente ha concretado su cometido en esta materia en las últimas décadas. Los republicanos no cederán cuando saben que esa misma carta es la que jugará en su favor, en la segunda vuelta del duelo entre Biden y Trump. 

El cese del Título 42 es impostergable. La OMS declaró el fin de la pandemia por Covid-19 y ambos partidos, al interior de EU, presionan al equipo de Biden para instrumentar una política migratoria distinta. Las fisuras en el muro de contención son irreparables, y un parche no será suficiente para frenar el cauce migratorio que ayudó a Biden a llegar adonde está, y con la misma fuerza podrá derribarlo.