Arturo Damm Arnal

Inversión

PESOS Y CONTRAPESOS

Arturo Damm Arnal *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Arturo Damm Arnal 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La inversión es cualquier conducta que tenga como fin multiplicar el ingreso, que es el producto del trabajo, multiplicación que, frente a la escasez, que puede minimizarse, pero no eliminarse, tiene sentido. Sacar el mayor provecho posible, no sólo de nuestro trabajo, sino del producto de nuestro trabajo.

Hay dos tipos de inversión.

La inversión financiera: prestar parte del ingreso a cambio de la tasa de interés que se paga, pago de interés que permite la multiplicación del ingreso. Presto al diez por ciento y lo prestado se multiplica por uno punto uno.

La inversión directa: utilizar parte del ingreso para poner un negocio con el fin de producir, ofrecer y vender bienes y servicios a un precio que permita obtener una ganancia, ganancia que será el resultado de la multiplicación del ingreso invertido de manera directa.

De estos dos tipos de inversión la directa es más importante, porque produce bienes y servicios, con los que satisfacemos nuestras necesidades; porque crea empleos, puesto que para producir alguien debe trabajar; porque genera ingresos, dado que a quien trabaja se le paga por hacerlo. Todo eso —producción de satisfactores, creación de empleos y generación de ingresos— depende de las inversiones directas, sin olvidar que el bienestar de las personas depende de los empleos y los ingresos.

¿Cómo vamos en México en materia tan importante?

Según el Indicador Mensual de la Inversión Fija Bruta, IFB, que mide el comportamiento de las inversiones en instalaciones, maquinaria y equipo, parte esencial de las inversiones directas, en términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, en agosto la IFB creció 1.1 por ciento. Entre enero y agosto éste fue su comportamiento: enero, más 4.2 por ciento; febrero, más 2.3; marzo, más 1.7; abril, menos 1.0; mayo, más 0.7; junio, menos 2.0; julio, más 2.5: agosto, más 1.1. El crecimiento promedio mensual de los meses anteriores a agosto en los que la IFB creció fue 2.3 por ciento. El crecimiento de agosto estuvo muy por debajo de ese promedio, 1.1 por ciento.

En términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, en agosto la IFB creció 12.8 por ciento. Entre enero y agosto éste fue su comportamiento: enero, menos 9.8 por ciento; febrero, menos 3.6; marzo, más 0.9; abril, más 42.0; mayo, más 47.0; junio, más 16.8; julio, más 17.0: agosto, más 12.8. Sumamos ya tres meses con un crecimiento cada vez menor, prueba de que el efecto rebote está perdiendo fuerza, y que las cosas vuelven a la normalidad. En 2018, antes el Efecto 4T y del Efecto Covid, el IFB creció, en promedio mensual, 2.3 por ciento. Hacia ya vamos.

El nivel de la IFB en agosto pasado fue similar al de abril de 2011, ¡muy preocupante!, y resultó 14.8 por ciento menor que el máximo histórico, alcanzado en julio de 2018.